Siglo
XIII
GONZALO
DE BERCEO [1195-hacia 1268]
[Fragmento]
Señores y amigos, lo que
dicho habemos
palabra es oscura,
exponerla queremos;
dejemos la corteza, al
meollo entremos,
cojamos lo de dentro, lo
de fuera dejemos.
Todos cuantos vivimos que
con los pies andamos,
siquiera en prisión, o en
lecho yazgamos,
todos somos romeros que
camino andamos:
San Pedro dice esto, por
él os lo probamos.
Cuanto aquí vivimos, en
ajeno moramos;
la estadía durable arriba
la esperamos
la nuestra romería
entonces la acabamos
cuando al paraíso las
almas enviamos.
Siglo
XIV
SEM
TOB DE CARRIÓN [1290-1369]
No hay sin tacha cosa,
ni cosa sin zozobra,
ni sin fea hermosura,
ni sin luz no hay sombra.
Porque no hay pobre hombre
sino el codicioso;
ni rico sino hombre
con lo que tiene gozoso.
Por ende tal amigo
no hay como el libro;
para los sabios, digo,
que con los torpes no
libro.
El hombre torpe es
la peor alimaña
que en el mundo es:
no lo digo con saña.
No puede hombre haber
en el mundo amigo,
como el buen saber;
ni peor enemigo.
Si fuese el hablar
de plata figurado,
debe ser el callar
de oro afinado.
Porque todo hombre vea
que en el mundo cosa
no hay del todo fea
ni del todo hermosa.
Siglo
XV
JORGE
MANRIQUE [1440-1479]
[Fragmento]
Nuestras vidas son los
ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
allegados son iguales
los que viven por sus
manos
y los ricos.
[...]
Este mundo es el camino
para el otro, que es
morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar;
partimos cuando nacemos,
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que cuando morimos
descansamos.
Siglo
XVI
GUTIERRE
DE CETINA [1519-1554]
Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois
alabados,
¿por qué, si me miráis,
miráis airados?
Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a
aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos
hermosos.
¡Ay tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis,
miradme al menos.
GARCILASO
DE LA VEGA [1501-1536]
Escrito está en mi alma
vuestro gesto
y cuanto yo escribir de
vos deseo:
vos sola lo escribisteis;
yo lo leo
tan solo que aun de vos me
guardo en esto.
En esto estoy y estaré
siempre puesto,
que aunque no cabe en mí
cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no
entiendo creo,
tomando ya la fe por
presupuesto.
Yo no nací sino para
quereros;
mi alma os ha cortado a su
medida;
por hábito del alma misma
os quiero;
cuanto tengo confieso yo
deberos;
por vos nací, por vos
tengo la vida,
por vos he de morir, y por
vos muero.
[Estrofa]
Después que nos dejaste,
nunca pace
en hartura el ganado ya,
ni acude
el campo al labrador con
mano llena;
no hay bien que en mal no
se convierta y mude.
La mala hierba al trigo
ahoga, y nace
en lugar suyo la infeliz
avena;
la tierra, que de buena
gana nos producía
flores con que solía
quitar en sólo verlas mil
enojos,
produce ahora en cambio
estos abrojos,
ya de rigor de espinas
intratable.
Yo hago con mis ojos
crecer, lloviendo, el
fruto miserable.
CRISTÓBAL
DE CASTILLEJO [1490-1550]
Si en mirar con atención
mis ojos os ofendieron,
ved la razón que
tuvieron,
y el mal que a mi corazón
principalmente hicieron.
Y aunque yo de pesar
muera,
por ser causa de enojaros
esto quiero confesaros:
que por más daño tuviera
si dejara de miraros.
SAN
JUAN DE LA CRUZ [1542-1591]
¡Oh llama de amor viva
que tiernamente hieres
de mi alma en el más
profundo centro!,
pues ya no eres esquiva,
acaba ya si quieres,
rompe la tela de este
dulce encuentro.
¡Oh cauterio süave!,
¡oh regalada llaga!,
¡oh mano blanda!, ¡oh
toque delicado
que a vida eterna sabe,
y toda deuda paga!
Matando, muerte en vida la
has trocado.
¡Oh lámpara de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del
sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores
calor y luz dan junto a su
querido!
¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo
moras;
y en tu aspirar sabroso,
de bien y gloria lleno,
cuán delicadamente me
enamoras!
FRAY
LUIS DE LEÓN [1527-1591]
Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado.
Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,
y con pobre mesa y casa,
en el campo deleitoso
con solo Dios se compasa,
y a solas su vida pasa,
ni envidiado ni envidioso.
Cuando contemplo el cielo
de innumerables luces
adornado,
y miro hacia el suelo,
de noche rodeado,
en sueño y en olvido
sepultado,
el amor y la pena
despiertan en mi pecho un
ansia ardiente;
despiden larga vena
los ojos hechos fuente;
la lengua dice al fin con
voz doliente:
“Morada de grandeza,
templo de claridad y
hermosura:
mi alma que a tu alteza
nació, ¿qué desventura
la tiene en esta cárcel
baja, oscura?
¿Qué mortal desatino
de la verdad aleja así el
sentido,
que de tu bien divino
olvidado, perdido,
sigue la vana sombra, el
bien fingido?
El hombre está entregado
al sueño, de su suerte no
cuidando;
y con paso callado
el cielo, vueltas dando,
las horas del vivir le va
hurtando.
¡Ay!, ¡despertad,
mortales!
Mirad con atención en
vuestro daño.
Las almas inmortales,
hechas a bien tamaño,
¿podrán vivir de sombra
y sólo engaño?
¡Ay!, levantad los ojos
a aquesta celestial eterna
esfera:
burlaréis los antojos
de aquesa lisonjera
vida, con cuanto teme y
cuanto espera.
¿Es más que un breve
punto
el bajo y torpe suelo,
comparado
a aqueste gran trasunto,
do vive mejorado
lo que es, lo que será,
lo que ha pasado?
Quien mira el gran
concierto
de aquestos resplandores
eternales,
su movimiento cierto,
sus pasos desiguales
y en proporción concorde
tan iguales:
la luna cómo mueve
la plateada rueda, y va en
pos de ella
la luz do el saber llueve,
y la graciosa estrella
de Amor la sigue
reluciente y bella;
y cómo otro camino
prosigue el sanguinoso
Marte airado,
y el Júpiter benigno,
de bienes mil cercado,
serena el cielo con su
rayo amado;
rodéase en la cumbre
Saturno, padre de los
siglos de oro;
tras de él la muchedumbre
del reluciente coro
su luz va repartiendo y su
tesoro:
¿quién es el que esto
mira
y precia la bajeza de la
tierra,
y no gime y suspirando
por romper lo que encierra
el alma y de estos bienes
la destierra?
Aquí vive el contento,
aquí reina la paz; aquí,
asentado
en rico y alto asiento,
está el Amor sagrado,
de glorias y deleites
rodeado.
Inmensa hermosura
aquí se muestra toda, y
resplandece
clarísima luz pura,
que jamás anochece;
eterna primavera aquí
florece.
¡Oh, campos verdaderos!
¡Oh, prados con verdad
dulces y amenos!
¡Riquísimos minero!
¡Oh, deleitosos senos!
¡Repuestos valles, de mil
bienes llenos!
MIGUEL
DE CERVANTES [1547-1616]
“Voto a Dios que me
espanta esta grandeza
y que diera un doblón por
describilla;
porque ¿a quién no
sorprende y maravilla
esta máquina insigne,
esta riqueza?
Por Jesucristo vivo, cada
pieza
vale más de un millón, y
que es mancilla
que esto no dure un siglo,
¡oh gran Sevilla!
Roma triunfante en ánimo
y nobleza.
Apostaré que el ánima
del muerto
por gozar este sitio hoy
ha dejado
la gloria donde vive
eternamente.”
Esto oyó un valentón, y
dijo: “Es cierto
cuanto dice voacé, señor
soldado.
Y el que dijere lo
contrario, miente.”
Y luego, incontinente,
caló el chapeo, requirió
la espada,
miró al soslayo, fuese, y
no hubo nada.