martes, 25 de octubre de 2016

Los textos periodísticos.

En este tipo de textos predominan la exposición y la argumentación. Aunque, como ya hemos escrito arriba, en ellos podremos encontrar elementos narrativos, descriptivos o dialogados.

La exposición

Se entiende como expositivo un texto en el que un emisor pretende dar a conocer una realidad y explicarla. Para ello es necesario un conocimiento suficiente de lo que se pretende transmitir y una estructuración adecuada de las ideas que se presentan al receptor, para de este modo facilitarle su acceso al tema tratado y la comprensión del mismo. En la exposición intervienen diversos factores que hemos de tener en cuenta a la hora de elaborar o de comentar un texto de estas características.

Aspectos pragmáticos
La función del lenguaje que ha de predominar en este tipo de textos es la referencial o representativa. El emisor, por tanto, debe ser objetivo y tratar de ceñirse a la realidad. El texto, asimismo, ha de tender a la claridad, el rigor y la precisión.
De acuerdo con el receptor al que se dirija, el texto será ‘divulgativo’ (será el que aquí nos interesa) o ‘especializado’. El primero tratará temas de interés general y organizará el contenido de forma clara y articulada, evitará los tecnicismos innecesarios y abundará en ejemplos, resúmenes y explicaciones. El segundo se entiende dirigido a expertos en el tema y exigirá al emisor ser minucioso en el uso de los términos y el manejo de los datos expuestos.

Aspectos estructurales
Aunque pueden organizarse de diversas formas, lo más habitual es que estos textos respondan a la conocida fórmula de ‘introducción’ (se presenta el tema y se proponen aquellas informaciones previas necesarias para entender el desarrollo de la exposición), ‘desarrollo’ (aquí se expondrían las ideas, datos y otros elementos que puedan servir a la cabal comprensión de lo expuesto) y ‘conclusión’ (se resuelve, de forma general, en un resumen que sintetiza lo fundamental de lo expuesto).
La ordenación lógica de un texto expositivo puede responder a dos modos generales:
1) Deductivo: de acuerdo con este método partimos de una idea fundamental que iremos desarrollando a lo largo del texto a través de ejemplos, consecuencias, etc. Se podría simplificar este método diciendo que se parte de lo general para llegar a lo particular. En los textos en los que se aplica este tipo de ordenación se puede hablar de estructura analizante.
2) Inductivo: aquí nos encontramos con el caso inverso, partimos de lo particular para llegar a lo general. Desde informaciones diversas se concluye un principio general. También podemos referirnos a este modo como estructura sintetizante.
Los procedimientos más habituales usados en este tipo de textos responden a fórmulas como ‘problema/solución’, ‘causa/efecto’, ‘pregunta/respuesta’, definiciones, descripciones técnicas, enumeración, ejemplificación y comparación, argumentaciones y resumen de ideas.



Aspectos lingüísticos
El uso de la lengua en este tipo de textos hemos de considerarlo desde distintos niveles de análisis.
1) Nivel léxico-semántico: el significado usado es denotativo, en general. Es habitual la utilización de tecnicismos. Los verbos que indican “estado” o “proceso intelectual” predominan sobre los de acción. El adjetivo suele aparecer en forma especificativa, siendo poco esperable la aparición de epítetos.
2) Nivel de sintaxis del texto: es habitual el uso de marcadores del discurso ‘estructuradores de la información’, ‘conectores’ y ‘reformuladores’.
3) Nivel de sintaxis oracional: el tipo de oración dominante en estos textos es la ‘enunciativa’ o ‘aseverativa’. Se tiende al uso de oraciones impersonales y de la llamada ‘pasiva refleja’; tampoco es extraño el recurso al llamado ‘plural de modestia’ (“Nosotros creemos...) y el llamado ‘plural asociativo’ (“Estas cuestiones, como sabemos...). Frente a otro tipo de textos, en estos predomina el uso de oraciones atributivas o copulativas.
4) Nivel morfológico y fonético: los tiempos verbales más usados son el presente de indicativo, con valor intemporal, y el pretérito imperfecto de indicativo.


La argumentación

En este tipo de textos el autor se propone defender una opinión aportando para ello datos, evidencias, razones, en definitiva, todos aquellos elementos que puedan persuadir o convencer al lector de lo atinado o recto de la misma.

Aspectos pragmáticos
Desde este punto de vista hemos de tener en cuenta diversos elementos: la intención comunicativa, el emisor, el receptor y la situación. Respecto a la primera, pueden identificarse aquí al menos tres funciones del lenguaje: la referencial o representativa, puesto que se entiende que se proponen hechos o informaciones que se presuponen objetivas; la apelativa o conativa, ya que se pretende actuar sobre el receptor del mensaje al intentar que éste acepte como propia la tesis planteada; y la expresiva o emotiva, debido a la implicación del emisor en el mensaje.
En lo que se refiere al emisor, este debe intentar ser objetivo y desde esta objetividad postular sus conclusiones como las más acertadas, aunque es difícil evitar una cierta subjetividad: la propia selección de hechos, datos y opiniones la implica, de forma necesaria.
El receptor, en nuestro caso, será siempre un lector de prensa al que se le quiere transmitir una determinada postura ante la realidad o una interpretación de esta. Normalmente, el carácter del medio escrito en el que aparece el texto será el que determine el presumible lector y así no será lo mismo el artículo de opinión de un diario nacional que el de uno regional o local; no será el mismo lector el de una revista de corazón que el de una de política o el de una dirigida al público juvenil.
La situación en la que aparecerá el texto argumentativo que aquí nos interesa será la de un medio de comunicación escrito, es decir, no habrá lugar para la réplica y de ahí que la construcción del texto haya de hacerse teniendo en cuenta las posibles objeciones y rebatiéndolas al tiempo que defendemos nuestra propia tesis.

Aspectos estructurales
En todo texto argumentativo aparecen dos elementos fundamentales: la tesis y el cuerpo argumentativo. La primera es la opinión defendida a propósito de un asunto, es decir, nuestra interpretación, nuestra conclusión. El asunto de un texto es aquello sobre lo que trata (el tema) y la tesis es la opinión del autor sobre dicho asunto. Esta puede explicitarse al inicio o al final del texto o bien aparecer implícita, de modo y manera que sea el lector el que la identifique.
El cuerpo argumentativo está constituido por todos aquellos elementos a los que el autor recurre para apoyar y defender su tesis. Así, puede utilizar argumentos de apoyo a su opinión, concesiones o ideas de la tesis contraria que se admiten provisionalmente, refutaciones de los argumentos contrarios y contraargumentos que invaliden las ideas de la tesis contraria que se hayan admitido previamente.
Como en el caso del método científico, un texto argumentativo puede organizarse de manera inductiva o deductiva. En el primer caso, el autor expone los hechos particulares (que, a menudo, convierte en argumentos, seleccionando aquellos que apoyen su propuesta) y de su análisis e interpretación concluye una tesis. En el procedimiento deductivo, se parte de una idea general que se desarrolla hasta llegar a la tesis concreta que se defienda.
Teniendo esto en cuenta, la apariencia estructural de un texto argumentativo puede ser bastante variada. La tesis puede aparecer al inicio del texto y seguirse de ella todo el aparato argumental, que de alguna manera puede ir repitiéndola. Aparecer al final del texto como conclusión, de modo que se presenta casi como algo indubitable. Podemos también encontrar textos de forma circular que comienzan y terminan con la tesis defendida. Otra manera posible es una variante del primer modelo, repitiendo la tesis reiteradamente a lo largo del texto, creando algo parecido a una anáfora semántica. Y, finalmente, podemos hallar textos en los que se propongan tesis diferentes que se van argumentando simultáneamente creando una estructura paralela. Una propuesta interesante respecto a estos modelos estructurales la encontramos en algunos discursos donde se propone una tesis que se reitera en el discurso y a la que se apoya con argumentos que niegan su validez, resultando de ello la verdad de la tesis contraria.
A menudo nos enfrentaremos a textos estructurados de un modo más o menos normalizado, donde el autor comience por una introducción (en ella puede situar el estado de la cuestión, adelantar una tesis, captar el interés del lector o su aprobación), siga con una exposición de hechos (datos, opiniones contrastadas, etc.), continúe con una argumentación (donde procederá a argumentar su postura e invalidar la contraria; los argumentos pueden disponerse de forma lógica, de modo que unos deriven de otros; o en forma de adición, de modo que apuntalen desde distintas posiciones la tesis) y finalice con una conclusión (que puede sustanciarse en la tesis, en un resumen de las ideas defendidas, etc.).

Aspectos lingüísticos
Tres aspectos fundamentales han de considerarse aquí: la coherencia, la claridad y la influencia afectiva. La primera exigirá al autor una disposición adecuada de los argumentos de modo que no caiga en contradicciones y refuercen la apariencia de verdad de las ideas presentadas. Esta organización coherente contribuirá a la claridad de lo expuesto y facilitará la adhesión del lector. Para ello la distribución del texto en párrafos organizados e interrelacionados a través de los distintos mecanismos de cohesión (en especial los marcadores del discurso) permitirán una mayor efectividad del texto.
Por otro lado se buscará la complicidad del receptor a través de elementos emotivos o afectivos, utilizando las figuras retóricas necesarias, como apelaciones, el famoso recurso de la falsa modestia (que tan bien usase Gonzalo de Berceo), la interrogación retórica, etc.
Desde el punto de vista estrictamente lingüístico es difícil establecer características comunes a los textos de este tipo dada su gran variedad, pero sí se puede anotar que suelen aparecer tecnicismos o que predomina el uso denotativo de la lengua.

Tipos de argumentos y formas de argumentación
1.- Tipos de argumentos según su capacidad persuasiva: los argumentos utilizados han de ser adecuados, es decir, deben ser pertinentes (estar relacionados con la tesis), válidos (estar bien construidos y llevar a la conclusión deseada) y poseer fuerza argumentativa (lo que es lo mismo, ser difíciles de rebatir).
2.- Tipos de argumentos según su función: los argumentos pueden constituirse como ideas de apoyo a la tesis y también como contraargumentos que invaliden las posibles objeciones de la parte contraria (recordemos que estaremos ante un texto único, no ante un diálogo). Se suele hablar aquí de concesión (se admite parcialmente un argumento contrario para, a continuación, rebatirlo) y adversación (se anula la concesión).
3.- Tipos de argumentos según su contenido: nos referimos aquí a una clasificación de los argumentos de acuerdo con los tópicos en los que se apoya. De este modo podemos referirnos a:
-Tópico de la existencia: lo real y existente es preferible a lo no existente, lo verdadero es preferible a lo falso.
-Tópico de la utilidad: lo útil y beneficioso es preferible a lo inútil, lo no perjudicial a lo perjudicial.
-Tópico de la moralidad: lo que se ajusta a lo moral vigente es preferible a lo que lo ignora o es inmoral.
- Tópico de la cantidad: lo más es preferible a lo menos (sea tamaño, precio, opinión, etc.)
- Tópico de la calidad: sería el contraargumento del anterior.
Se podrían añadir más tópicos como el de la belleza, el de la tradición, el del progreso, el de la novedad, el del placer, etc.
4.- Tipos de argumentos según su finalidad: si nuestro argumento apunta a la razón, estamos ante argumentos racionales, que deben basarse en hechos y en su análisis. Sirven para demostrar la tesis. Si nos fijamos en el ánimo del receptor, estamos ante argumentos afectivos, que pretenden conmover al receptor.
En el primer caso, la argumentación puede ser lógica (fundamentada en relaciones de causa-efecto, concreto-abstracto, individual-general, acto-finalidad, condición-resultado, etc.). La forma básica del argumento lógico es el silogismo. Pero también debemos contemplar en este apartado los argumentos que se apoyan en el ejemplo (un hecho sirve para refrendar la tesis) o en un principio general. Otra forma de argumentación es la que se apoya en el llamado argumento de autoridad que ha regresado con una intensidad casi delirante en el mundo académico contemporáneo: lo que alguien dice se relaciona con su posición (léase, no lo digo yo, lo dice el catedrático de... o Aristóteles). También puede ser analógica la argumentación, es decir, se establece una asociación entre el hecho discutido y otro similar. Se recurre aquí a la comparación, la imagen o la metáfora.

En el caso de la argumentación afectiva lo que buscamos es la complicidad del receptor, su benevolencia respecto a nuestros planteamientos. Aquí se recurre a la ayuda de la retórica y predomina el uso connotativo de la lengua.

Gramática del texto.

Podríamos definir la llamada gramática del texto, o gramática textual, como aquella que se ocupa del estudio de la estructura y características de los textos. El texto ha de entenderse aquí como la unidad máxima de comunicación, frente al enunciado, que sería la mínima. De este modo podríamos definir el texto como un mensaje más o menos complejo, más o menos extenso, sin límites precisos, un todo que puede reducirse a un simple enunciado, como “Bien”, o componerse de un número indeterminado de estos (caso de una obra literaria, un texto periodístico, una exposición verbal de una teoría científica, etc.). En cualquier caso, la naturaleza del texto es lingüística y esto hace que se apliquen a su estudio niveles de análisis ya conocidos, como el sintáctico o el semántico, pero aquí las unidades mínimas con las que trabajaremos no serán los sintagmas ni las palabras1, sino los enunciados.
En todo texto pueden reconocerse tres niveles estructurales: sintáctico, semántico y pragmático.


Nivel pragmático

El elemento fundamental que debemos considerar en este nivel de análisis es la adecuación del texto, lo que es lo mismo que decir que a la hora de elaborar, o interpretar, un texto hemos de tener en cuenta diversos aspectos relacionados con los elementos que intervienen en un acto comunicativo. El emisor ha de optar por la función o funciones del lenguaje más adecuadas a su intención (expresiva, apelativa, representativa, poética, metalingüística o fática). Otra de las elecciones necesarias tendrá que ver con el código y el canal. Asimismo ha de elegir el nivel de habla que más se ajuste a la situación comunicativa, es decir, formal, culto, coloquial o familiar (no consideramos aquí la posibilidad del nivel vulgar ya que ha de entenderse que quien se ciñe a este nivel no tiene posibilidad de elegir otro distinto). Finalmente, el emisor debe decantarse por alguna de las distintas variedades del discurso posibles: narrativa, dialogada, descriptiva, expositiva o argumentativa.
De la elección correcta en cada caso dependerá la mayor o menor adecuación del texto producido. Es evidente que en un texto real las elecciones del emisor contemplarán distintas posibilidades (más de una función del lenguaje, más de un nivel de habla y más de una variedad del discurso2).


Nivel semántico

Aquí nos ocuparemos de la coherencia del texto, es decir, de la construcción del mismo de acuerdo con la organización de los elementos significativos. La coherencia podemos abordarla desde tres aspectos:
La coherencia global: todo texto suele organizarse en torno a un núcleo temático que es el que informa su unidad. Este núcleo puede denominarse tema. El emisor, por tanto, construye el texto de acuerdo a un asunto central alrededor del cual se organizará.
La coherencia lineal: este concepto tiene relación con la estructuración de las distintas ideas de modo y manera que estas se vinculen de modo ordenado con el asunto central. El emisor tiene la posibilidad de organizar de modos diversos estas unidades significativas, pero siempre procurando que conformen un todo ajustado y orientado por el tema. A este respecto no está de más considerar la necesidad de seleccionar las informaciones que deben utilizarse (ni exceso que provoque un texto abigarrado, ni parquedad que nos lleve a la desinformación o una interpretación errónea); asimismo ha de establecerse una jerarquía de contenidos que dependerá de la intención íntima del emisor o bien tendrá que ver con una organización canónica asentada en la lógica del género literario o del tipo de texto.
La coherencia local: este aspecto se resuelve en las diferentes relaciones semánticas que se establecen entre los enunciados que constituyen el texto. Así, puede hablarse de la implicación lógica que se establece necesariamente en situaciones comunicativas como: “Le compré el libro a Javier, pero este se lo vendió a David”. También hemos de referirnos a la presuposición que impone determinadas restricciones, como en “Pedro llegó el primero a la fiesta” (hemos de suponer que llegaron más personas y que ninguna otra pudo ser la primera, no sería esperable “Y Mariano llegó el primero”). Asimismo ha de tenerse en cuenta nuestro conocimiento del mundo que impide que sean aceptables textos como “La lámpara miró para otro lado al comprobar que, finalmente, ninguno de los invitados se decidía a desearle un feliz año”. Sin embargo, en ocasiones este conocimiento del mundo puede dejarse de lado si el llamado marco del discurso cambia y nos instala en un texto literario.


Nivel sintáctico

Nos ocuparemos ahora de la cohesión del texto. Esta podría definirse como “la red de relaciones entre los distintos elementos y mecanismos formales que manifiestan lingüísticamente la coherencia global y lineal de las ideas de un texto”. La cohesión se afirma sobre determinados procedimientos que el emisor tiene a su alcance para conformar el texto. Pueden distinguirse los siguientes:
Recurrencia: este procedimiento se resuelve en la repetición y permite al emisor dotar al texto de orden y de ritmo. Existen distintos tipos de recurrencia de acuerdo con la naturaleza de los elementos usados:
1) Recurrencia léxica: el emisor recurre a la repetición de una palabra o a la inclusión de un elemento resultado de su derivación o composición. Por ejemplo, “Contemplaba boquiabierto aquella hermosa mujer reclinada en el umbral de la casa. La mujer no reparó en él”; “El sudor le invadía cada pliegue de la camisa: ahora ya era un hombre sudoroso”; “El agua caía con entusiasmo y él, como siempre, había olvidado el paraguas”.
2) Recurrencia semántica: en este caso el emisor utiliza distintas palabras vinculadas entre sí por su significado. Hemos de distinguir cinco casos distintos:
a) Sinonimia: se trata de dos palabras cuyo significado coincide parcialmente. Como “Se fueron juerga toda la noche; aquella farra acabó siendo proverbial”; “Su juicio resultó correcto, incluso Juan lo admitió como acertado”.
b) Antonimia: en este caso estamos ante dos palabras de significados opuestos. Así en “Aquel regalo me parece caro y este barato”; “El alcalde defendía su honradez, pero los tribunales establecieron su indignidad”.
c) Hiperonimia: aquí nos encontramos dos términos, el segundo de los cuales posee un referente más amplio que incluye al primero. Como en “Este pastor alemán es muy fiel, es un perro que siente devoción por su dueño”; “Las novelas de misterio me entusiasman; de hecho, sólo leo libros de ese tipo”.
d) Hiponimia: estamos ante el caso contrario al anterior. Así, en “Las flores eran horribles. No entiendo como pudo regalarle esos claveles”.
e) Asociaciones pragmáticas: con este término nos referimos a conjuntos de palabras cuyos referentes están relacionados, como “estudiante”/ “libro”/ “profesor”/ “aula”/ “examen”, etc.
3) Recurrencia sintáctica: vale lo mismo que decir “paralelismo”, es decir, repetición de estructuras sintácticas que sirven para dotar de ritmo al texto: “No sé cómo decir esto; no sabría cuándo sería más oportuno; nunca sabré, de hecho, dónde debí confesarlo”.
4) Recurrencia fónica: conocida como aliteración, esto es, repetición intencionada y anormal de uno o varios fonemas: “Volvió a beber con parsimonia, viendo, venciendo todos los miedos, sin vacilar, valiente, abiertamente devoto de sus miradas”.
Sustitución: a menudo, para evitar la repetición excesiva de una palabra o de una expresión, hemos de recurrir a variantes que los sustituyan e impidan un uso reiterado de aquellas. Algunos autores denominan a estas variantes ‘proformas’, queriendo significar aquellos elementos lingüísticos cuyo significado es contextual, lo que es lo mismo, que parecen “sustituir” a otro elemento lingüístico del discurso. Aquí entrarían los usos anafóricos, catafóricos y deícticos de algunos pronombres (como los demostrativos o los personales) y de algunos adverbios (como ‘aquí’, ‘allí’, etc.), así como las llamadas palabras ‘baúl’ o ‘comodín’ (del tipo ‘hacer’, ‘cosa’, etc.).
Elipsis: nos referimos con este término a la omisión de elementos lingüísticos que se dan por sabidos. Sirve tanto para evitar repeticiones innecesarias, que lastrarían el texto, como para agilizar el ritmo de este y profundizar en su cohesión: “Los dos hombres se miraron con algo parecido al respeto: no aparentaban conocerse”.
Orden de los constituyentes oracionales: habitualmente la información ya conocida aparece en primer lugar en el decurso (y se denomina tema) y a continuación se introduce la información nueva (conocida como rema), lo cual provoca no pocas veces una alteración del llamado orden natural de los elementos de la oración: “Se ha producido un atentado en Barajas y en él han muerto dos súbditos ecuatorianos”.
Marcadores del discurso: estos elementos (que pueden ser palabras o grupos de palabras) son muy importantes a la hora de elaborar un texto porque afectan de manera notable a su organización, siendo usados para estructurarlo y dotarlo de unidad y cohesión.



Clasificación de los textos

Los textos pueden clasificarse desde distintos puntos de vista, siguiendo criterios diversos. Algunas de estas clasificaciones posibles son las siguientes:
1) Según el código empleado:
a) Verbales: utilizan una lengua natural como código.
b) No verbales: utilizan otros códigos, como el gestual, el icónico, etc.
2) Según la intención del emisor:
a) Informativos: la función del lenguaje predominante es la referencial, caso de los textos como las memorias, los informes, las noticias, etc.
b) Explicativos: también aquí es la función predominante la referencial. Entrarían en este grupo las exposiciones didácticas, conferencias, manuales, reportajes, etc.
c) Persuasivos: la función del lenguaje que predomina en estos textos es la apelativa o conativa. Debemos entender como tales los artículos de opinión, debates, anuncios publicitarios, etc.
d) Prescriptivos: al igual que en los anteriores, en estos la función predominante es la apelativa. Pertenecerían a este grupo los textos que contienen instrucciones, normas, leyes, etc.
e) Estéticos: la función fundamental será en este caso la poética y en este grupo se integrarían los textos literarios.
3) Según la variedad del discurso:
a) Expositivos.
b) Argumentativos.
c) Descriptivos.
d) Narrativos.
e) Dialogados.
4) Según el ámbito temático:
a) Textos científico-técnicos.
b) Textos humanísticos.
c) Textos jurídicos y administrativos.
d) Textos periodísticos.
e) Textos publicitarios.
f) Textos literarios.
De acuerdo con las clasificaciones que acabamos de proponer, nuestro interés se centrará en textos verbales, de intención persuasiva, expositivos o argumentativos, y periodísticos. Obviamente esta concreción no nos debe obnubilar hasta el punto de ignorar la realidad de los textos que, a menudo y en general, comparten características de distintos grupos. Así, en el tipo de textos con los que vamos a trabajar aquí encontraremos elementos informativos, explicativos, prescriptivos y hasta estéticos. Aunque, previsiblemente, predomine la exposición y la argumentación, también encontraremos elementos descriptivos, narrativos o incluso dialogados. Del mismo modo, a pesar de tratarse de textos periodísticos, hallaremos, en algunos de ellos, elementos científico-técnicos, humanísticos, jurídicos y administrativos, y aun publicitarios y literarios.
1Es cierto que la definición de palabra tiene que ver con la escritura y no tanto con la lengua, es decir, no parece responder a criterios llamémoslos científicos cuanto pragmáticos (una palabra es un conjunto de letras escritas entre dos espacios en blanco).

2Lógicamente, el código es uno y el canal también.

jueves, 13 de octubre de 2016

Teoría de la comunicación.-

La comunicación.-


“¡Arriad el foque!, ordena el capitán. ¡Arriad el foque!, repite el segundo. ¡Orzad a estribor!, grita el capitán. ¡Orzad a estribor!, repite el segundo. ¡Cuidado con el bauprés!, grita el capitán. ¡El bauprés!, repite el segundo. ¡Abatid el palo de mesana!, grita el capitán. ¡El palo de mesana!, repite el segundo. Entretanto, la tormenta arrecia y los marineros corremos de un lado a otro de la cubierta, desconcertados. Si no encontramos pronto un diccionario, nos vamos a pique sin remedio”.
Ana María Shua, “¡Arriad el foque!”


Uno.1. Concepto de comunicación.-

La comunicación no es otra cosa que la transmisión de información. Esta realidad no se limita a los seres vivos, sino que puede identificarse en las relaciones entre máquinas (y cada vez más). No es necesario que exista una voluntad de comunicarse, una intención comunicativa, para que exista comunicación: al dejar sus huellas y su olor en el campo, un animal no pretende informar a su depredador de su presencia. Del mismo modo, cuando nos ruborizamos y transmitimos un sentimiento de vergüenza, no lo hacemos voluntariamente.


Uno.2. Elementos que intervienen en un acto comunicativo.-

En todo acto comunicativo es posible identificar seis elementos necesarios para que exista comunicación:
EMISOR: es el que o lo que propone la información.
RECEPTOR: es el que o lo que recibe la información.
MENSAJE: es la información que se transmite del emisor al receptor.
CÓDIGO: es el sistema, compuesto por signos y reglas de combinación de los mismos, que permite la elaboración del mensaje y su comprensión.
CANAL: es el medio físico a través del cual el mensaje llega desde el emisor hasta el receptor.
CONTEXTO: es el conjunto de circunstancias en las que se produce la comunicación.
Vivimos rodeados de actos comunicativos, unos voluntarios y otros involuntarios y hasta casuales. Así, por ejemplo, vamos paseando por el campo y observamos en el barro las marcas dejadas por un perro grande y otro pequeño: los emisores (involuntarios) son los dos perros; el receptor es el paseante; el mensaje, las huellas que nos informan de su paso por el lugar; el código, la forma de las marcas en el suelo; el canal sería la luz que nos permite ver; el contexto sería el campo. Introduzcamos ahora las variaciones que harían fallido el acto comunicativo que acabamos de proponer: los perros caminan por el asfalto y no dejan marca alguna (nos hemos quedado sin emisor y sin mensaje); si el paseante fuese ciego (no habría receptor); si nunca hubiese visto huella alguna (falla el código, el mensaje es incomprensible para el receptor); si no hubiese luz no veríamos las marcas (no hay canal); si el paseante no lo es sino que está nadando en un río (falla el contexto). Sin embargo, en general, en la comunicación se da lo que algunos llaman intención comunicativa, es decir, la voluntad de transmitir una información. Y esto no sucede solo entre seres humanos sino también entre todo tipo de animales.
Parece claro que la comunicación humana es la más compleja que podemos observar. No solo dispone de códigos verbales (las lenguas naturales) sino también de códigos no verbales (gestos, ropa, etc.). Asimismo el ser humano ha sido capaz de crear códigos artificiales como el lenguaje matemático, el informático, el de la circulación, etc. Esa conciencia de la realidad hace que debamos tener en cuenta dos hechos que se dan en la comunicación humana: el “ruido” y la “redundancia”. Entendemos por ruido todo aquello que dificulta o impide la transmisión del mensaje. Una mancha de café que impide leer una parte de un texto es ruido. La música a un volumen elevado que no nos permite oír al emisor, es ruido. La acumulación de carteles en un tablón de anuncios es ruido. Para superar esta dificultad, el emisor suele recurrir a la redundancia: cualquier elemento esencialmente innecesario que se introduce en el acto comunicativo para asegurarse de que se produce. Así sería redundancia el subrayado en un texto o elevar la voz.

Ejercicios:

1.- ¿Qué elemento de los seis que intervienen en un acto comunicativo impide la comunicación en los siguientes casos?:
-Un rusoparlante se dirige en su lengua a un hispanohablante que desconoce el ruso.
-Encontramos una señal de STOP en la cumbre del Teide.
-Una persona se dirige a un sordomudo que está de espaldas.
-Un manuscrito al que le faltan las últimas páginas en las que resuelve el caso.
-Nuestro teléfono móvil no tiene cobertura.
-Asistimos a una conferencia sobre el uso del ablativo en los textos de Cicerón.

2.- Identifique los distintos elementos que intervienen en los siguientes actos comunicativos:
-Un perro se aproxima a nosotros muy rápido, ladrando y mostrándonos sus dientes.
-Una señal que limita la velocidad a treinta kilómetros por hora.
-Una nota de ocho en la parte superior derecha de un examen de matemáticas.
-El tono de nuestro móvil indicando que hemos recibido un mensaje.
-El canto de un gallo.
-Una persona se dirige a su perro y dice “sit”.
-Vemos a un hombre que lleva alzacuellos.
3.- Identifique los ruidos y las redundancias en los siguientes ejemplos:
-En la clase silenciosa, nuestro compañero nos grita que no le molestemos.
-En un cartel del vestíbulo encontramos una frase escrita en letras mayúsculas de un gran tamaño.
-En la calle, de día, el cartel que identifica a una farmacia está encendido.
-El profesor nos exige silencio al tiempo que se lleva el índice a los labios.
-Las ramas de un árbol tapan una parte del cartel que informa sobre el nombre de una población.
-Todo el mundo está hablando a gritos y no entendemos lo que nos quiere contar nuestro amigo.
-El profesor repite doscientas veces la explicación del concepto de ruido en la teoría de la comunicación.


Uno.3. Las funciones del lenguaje.-

Las funciones del lenguaje pretenden definir la voluntad del emisor, sus intereses o intenciones. Podemos establecer seis funciones distintas, cada una de ellas vinculada a uno de los elementos que intervienen en el acto comunicativo. De este modo, nos referiremos a las siguientes:
-FUNCIÓN EMOTIVA O EXPRESIVA: diremos que se da esta función cuando el interés del emisor se centre en sí mismo, sus sentimientos, sus deseos, etc. Por ejemplo, cuando una persona escribe un poema amoroso:
Un recuerdo de amor que nunca muere
y está en mi corazón; un lastimero
tierno quejido que en el alma hiere,
eco suave de su amor primero”
-FUNCIÓN APELATIVA O CONATIVA: el emisor pretende actuar sobre el receptor. Así podemos identificar esta función en cualquier orden o mandato, en los mensajes publicitarios o en el código de la circulación:
“El Bálsamo de Fierabrás le devolverá una salud óptima en tan solo veinticuatro horas”.
-FUNCIÓN REPRESENTATIVA O REFERENCIAL: aquí el interés se centra en el objeto, en el referente. Esta es la función predominante en los textos científicos o en las noticias:
“Quintanar del Rey es una población de la provincia de Cuenca”.
-FUNCIÓN POÉTICA: en este caso la atención del emisor se fija en la forma del mensaje. De ahí que se entienda como la función propia de los textos literarios:
“A un mozo que, por serlo en todo, se juzgaba inmortal, dijo: ¡Oh peligrosa seguridad; pues no hay mozo que no pueda morir hoy, ni viejo que no pueda vivir mañana!”.
-FUNCIÓN FÁTICA O DE CONTACTO: hablaremos de esta función cuando lo único que pretenda el emisor sea comprobar el correcto funcionamiento del canal. Así, la podemos reconocer en las conocidas expresiones “¿Me oyes?”, cuando no estamos muy seguros de que lo que hemos dicho ha llegado a oídos del receptor.
-FUNCIÓN METALINGÜÍSTICA: identificaremos esta función en aquellos casos en los que el código es usado para referirse al mismo código, como sucede en los textos gramaticales o en las demostraciones matemáticas:
“El interrogativo “qué” puede ser pronombre, adjetivo o adverbio”.

Ejercicios:
1.- Proponga un ejemplo de cada una de las funciones del lenguaje.

2.- Identifique la función del lenguaje predominante en los siguientes mensajes:
-Quiere hacer el favor de callarse.
-Me disgustó mucho su actitud.
-¿Has oído algo de lo que te he dicho?
-Si a esto estás dispuesto, coge el cesto y acomoda el gesto.
-Me duele hasta el aliento.
-Cuando adquieras esta maravilla de la tecnología, serás por fin tú mismo.
-Prohibido el acceso de perros a este recinto.
-La preposición “de” es de las más usadas en español.
-Parece demostrado que la Tierra gira en torno al Sol.


Uno.4. El signo.-

Un signo no es otra cosa que la combinación de dos realidades, una física y perceptible por los sentidos, llamada “significante”, y otra intelectual, que asocia un contenido a ese significante, llamada “significado”. Ambas realidades son simultáneas y hacen posible la existencia del signo. Por ejemplo, podemos entender como un signo la huella de un animal: el significante sería la huella, que percibimos por la vista; el significado, el animal que asociamos a esa marca. O el tañer las campanas, signo cuyo significante lo constituiría el sonido de las campanas, que percibimos con el oído, y su significado podría ser la celebración de una boda.
Los signos pueden ser naturales o artificiales. Será el significante el que nos permita distinguir unos de otros. En el caso de que el significante del signo sea natural (la huella de un animal, las nubes negras o el humo de un incendio) estaremos ante signos naturales, también llamados indicios porque establecen una relación de causa-efecto entre el significante y la realidad a la que se refieren. Los signos artificiales comparten un significante creado a propósito para referirse a una realidad. Si el significante se parece a la realidad a la que se refiere, como el plano de una ciudad o un retrato fotográfico, estaremos ante iconos. Si el significante es convencional, es decir, no mantiene ninguna relación de semejanza con la realidad a la que se refiere, estaremos ante símbolos, como son la bandera de un país o las palabras de una lengua (los signos lingüísticos).


Ejercicios:
1.- Ponga un ejemplo de indicio, icono y símbolo.

2.- Invente un símbolo.

3.- Identifique el significante y el significado de los siguientes signos:
El color rojo del semáforo.
Un dibujo de un elefante.
La estrella verde que anuncia una farmacia.
Los ladridos de un perro.
Una persona vestida de negro.
Una persona que mueve de derecha a izquierda y de izquierda a derecha la cabeza.
La palabra azúcar.
El número romano XXI


Ejercicios finales:

1.- Escriba V (verdadero) o F (falso), según crea adecuado, al lado de las siguientes afirmaciones:
La comunicación es un proceso única y exclusivamente usado por los humanos.
Los seres humanos son los únicos que utilizan signos lingüísticos en el proceso de comunicación.
Los seres humanos son los únicos que utilizan signos no lingüísticos en el proceso de comunicación.
Los signos lingüísticos tienen significado, pero no significante.
Los signos no lingüísticos tienen significado, pero no significante.
Los signos lingüísticos y no lingüísticos tienen significado y significante.
No hay comunicación si no hay un emisor que envíe un mensaje a un receptor.
Habiendo emisor y receptor hay comunicación.
El código utilizado ha de ser compartido por emisor y receptor.
Si hay mucho ruido, el canal de comunicación no funciona correctamente y, por tanto no habrá comunicación.

2.- Si un niño permanece durante todo el día sentado frente al televisor, su padre puede decirle: “¡Cómo me gustaría que no perdieses tanto el tiempo!”. Este mensaje cumple, al mismo tiempo, dos funciones del lenguaje: ¿cuáles? ¿Por qué?

3.- Considere ahora otro mensaje, como puede ser: “¡Qué ilustraciones tan mediocres trae este libro!” ¿Qué función o funciones se pueden identificar en este enunciado?

4.- Si en otro acto comunicativo se transmite el siguiente mensaje: “¿Cuántas veces he de decirle que el signo lingüístico consta de un significante y de un significado?” ¿Qué funciones del lenguaje estaría presentes en el referido mensaje? ¿Por qué?

5.- Indique qué funciones del lenguaje predominan en cada uno de los siguientes mensajes:
Hoy han faltado muchos alumnos. La lluvia los habrá retrasado.
¿Oyen bien los que ocupan las últimas filas?
Buenos días a todos.
La lengua española tiende a la acentuación paroxítona.
¿Has comprendido lo que tienes que hacer?
Teruel es una provincia de Aragón.
Me desagradó mucho la cara de aquel amigo tuyo.
El sujeto de una oración concuerda en número y persona con el verbo de la misma.
La Tierra gira alrededor del Sol.
No moleste a los demás con su incontinencia verbal.
¡Qué niño tan insoportable!
Le ruego que espere.
Salgo ahora mismo.
Suprasegmentos son el acento y la entonación.
Son las nueve y media.
¿Qué tal?
En ti está todo, mar, y sin embargo, ¡qué sin ti estás, qué solo, qué lejos siempre de ti mismo!
6.- Establezca las diferencias del proceso comunicativo en los casos siguientes: dos personas que mantienen una conversación y un espectador frente a una televisión.

7.- Señala si son, en el sentido de la Teoría de la Comunicación, ruidos o redundancias estos fenómenos:
Las interferencias en una emisión televisiva.
Las perforaciones en una antiguo manuscrito del siglo XIII.
Los colores en los titulares de una revista.
Las letras de gran tamaño sobre un establecimiento.
Los gritos de alguien que está irritado.
Los reflejos sobre la letra de una página de papel satinado.

8.- Cita algunos ejemplos de comunicación en los que el emisor sea de naturaleza distinta (un hombre, una máquina, un animal...). ¿Qué peculiaridades presenta cada uno de estos casos?

9.- Imagine un acto comunicativo e identifique en él los distintos elementos que en él intervienen.

10.- En el cuartel suena en el toque de diana. Se realiza así un acto de comunicación. Identifique el emisor, el receptor, el mensaje, el canal, el referente y el código.

11.- Indique cuál es el mensaje transmitido en los siguientes casos:
La mano levantada en dirección a un camarero.
Las flechas intermitentes en el cuadro de instrumentación de un automóvil.
La sirena de una ambulancia.
Las bandas transversales del paso de cebra.
Una cruz verde sobre la fachada de un edificio.

12.- ¿Qué función del lenguaje predomina en los siguientes mensajes?:
Estoy deseando que llegue la Navidad.
A mi padre le encanta el arroz.
¿Te gusta nadar?
¿Qué te cuentas?
He andado muchos caminos, he abierto muchas veredas; he navegado en cien mares, y he atracado en cien riberas.
Contamos contigo.
No por mucho madrugar amanece más temprano.
La raíz cuadrada de cuatro es dos.

13.- Identifique en el siguiente acto comunicativo los elementos que intervienen en él: Pedro habla por teléfono con María y le dice que no podrá ir al día siguiente al cine con ella.

14.- Escriba un mensaje representativo de cada una de las funciones del lenguaje.

15.- Identifique el significante y el significado de los siguientes signos:
Un relámpago.
Dos estrellas en el pecho de una camiseta de fútbol.
Una bata blanca.
La palabra “mesa”.
El color verde del semáforo.
El canto del gallo.
La bandera de Francia.
Los bordados en las mangas de un uniforme militar.
El cuadro de Velázquez titulado “Las meninas”.
La señal de tráfico que indica dirección prohibida.


16.- Clasifique ahora los signos anteriores en indicios, iconos y símbolos.