Métrica
española.-
1.
Introducción.
El
llamado lenguaje literario se resuelve en dos formas de expresión:
la prosa y el verso. Ambas participan del uso literario de la lengua
y se distinguen, esencialmente, por su disposición en el texto. Si
recurrimos a los antiguos, Dionisio de Halicarnaso, diferenciaba la
prosa de la poesía por respetar ésta las normas de medida y ritmo,
mientras que aquélla no lo hacía, necesariamente, o lo hacía
solapadamente. Desde nuestros días, puede afirmarse que el
distinguir el verso de la prosa tiene más relación con su
apariencia (la prosa suele ocupar casi todo el espacio disponible,
mientras que el verso no) que con cualquier otra cosa. Abundando en
esta cuestión, se pueden escribir versos y no ser poeta, del mismo
modo que no es, necesariamente, un novelista el que nos cuenta una
historia en quinientas páginas de prosa.
Desde
los orígenes de la literatura occidental el verso se consagró como
el campo más adecuado para el hecho literario y en la antigua Grecia
en verso se escribieron poemas épicos, tragedias, composiciones
líricas o especulaciones filosóficas. En la literatura más
reciente, sin embargo, la prosa ha ido asumiendo ese papel dominante,
acaso por estar el verso sujeto a distintas normas establecidas y ser
la prosa más permisiva1.
Estas normas a que aquí hemos aludido son estudiadas por la métrica,
“el arte que trata de la medida o estructura de los versos, de sus
clases y de las distintas combinaciones que con ellos pueden
formarse”, según la R.A.E.2
El
estudio métrico comprende tres partes fundamentales: el verso,
la estrofa y el poema, de los que nos ocuparemos a
continuación.
2.
El verso.
El
verso puede definirse como un conjunto de palabras, sujetas a medida,
ritmo y rima, sometidas a reglas fijas e incluidas entre dos pausas,
que ocupa, habitualmente, una línea. Si dejamos de lado los llamados
versículos, o versos libres, el verso se fundamenta en
tres aspectos que lo identifican:
-
La distribución regular de los acentos de las palabras que lo
constituyen [ritmo].
-
La repetición de los sonidos (total o parcialmente) a partir de la
última vocal acentuada, de todos o de algunos de los versos
[rima].
-
Estar formado por un número de sílabas igual o proporcional al de
los versos que lo acompañan [medida].
Fijémonos
en el siguiente poema de Rubén Darío:
La princesa
está triste
¿Qué tendrá
la princesa?
Los suspiros
se escapan
de su boca de
fresa.
Si
observamos estos cuatro grupos de palabras, veremos que:
-Algunos
acentos están situados en el mismo lugar en todos los grupos:
sílabas 3ª y 6ª.
-En
los versos 2º y 4º,
a partir de la última vocal acentuada, se repiten los mismos
fonemas: /ésa/.
-
Todos los grupos tienen el mismo número de sílabas: 7.
Podemos
decir, por tanto, que este fragmento de un texto de Rubén Darío
está compuesto por cuatro versos, porque reúne todas las
condiciones necesarias (ritmo, rima y medida) para serlo.
2.1.
El acento.
El
acento debe considerarse bajo dos aspectos: uno su distribución en
el interior del verso; otro su ubicación en la última palabra del
verso. Respecto al primero, su distribución suele ser regular, de
modo que un poema puede estar constituido por versos endecasílabos
cuyos acentos fundamentales recaigan en las sílabas segunda y sexta,
llamado por ello endecasílabo heroico, como este verso de
Garcilaso de la Vega: “A Dafne ya los brazos le
crecían”. Pero esto no significa que no se acentúen más que esas
sílabas sino que se considera que en ellas ha de haber acento
necesariamente.
Nosotros
nos fijaremos en el acento de la última palabra del verso. En
español, este acento afecta al cómputo silábico. Se considera que
todos los versos han de acentuarse en la penúltima sílaba de modo
que si el verso que estudiamos se acentúa en la última (llamado
oxítono) ha de sumarse una sílaba a las ya contadas; si el
acento recae en la penúltima (verso paroxítono) no hay
variación en el cómputo silábico realizado; en el caso de que la
última palabra del verso sea esdrújula, es decir, el acento recaiga
en la antepenúltima sílaba (verso proparoxítono), ha de
restarse una sílaba a las contabilizadas.
Veamos
algunos ejemplos:
“Más-lim-pio-que-lo_es-tá_el-sól”:
7+1=8 (verso oxítono)
“E-sas-puer-tas-se-de-fién-dan”:
8 (verso paroxítono)
“A-do-ro-la_her-mo-sú-ra,/y_en-la-mo-der-na_es-té-ti-ca”:
15-1=14 (verso proparoxítono)
2.2.
La rima.
La
rima puede definirse como “la total o parcial semejanza acústica,
entre dos o más versos, de los fonemas situados a partir de la
última vocal acentuada”. Esto quiere decir que nos fijamos en los
fonemas, no en las letras, de manera que la semejanza entre
“primitivo” y “estribo” es total, puesto que
las letras “v” y “b” se corresponden con un único fonema
/b/. Lo mismo sucedería con “ambages” y “paisajes”,
dado que la letra “g” ante “e”, “i”, y la letra “j”
se corresponden con el fonema /x/ .
De
acuerdo con la mayor o menor coincidencia entre las últimas palabras
de los versos, se distinguen dos clases de rima:
1.
Consonante (también llamada total o perfecta): a partir de la
última vocal acentuada coinciden los fonemas consonánticos y
vocálicos. Por ejemplo, la rima de los siguientes versos de Juan
Ramón Jiménez es consonante:
Abiertas
copas de oro deslumbrádo
sobre la
redondez de los verdóres
bajos, que os
arrobáis en los colóres
mágicos del
poniente enarboládo.
2.
Asonante (o parcial o imperfecta o vocálica): en este caso
solamente coinciden los fonemas vocálicos. Así, asonante es la rima
de estos versos de Jorge Guillén:
Ajustada a la
sola
desnudez de
tu cuérpo,
entre el aire
y la luz
eres puro
eleménto.
La
rima nos proporciona un nuevo criterio de clasificación de los
versos, fijándonos en si se respeta ésta o no. Podemos distinguir
cuatro clases de versos:
-Rimados:
son aquéllos que sí se adecuan a la rima. Por ejemplo, los
siguientes de Jaime Gil de Biedma, de rima asonante:
Es la lluvia
sobre el mar.
En la abierta
ventana,
contemplándola,
descansas
la frente en
el cristal.
-Blancos:
son los versos que constituyen un poema donde se respeta la medida,
pero no la rima. Esto es, podemos encontrar un poema formado por
versos de once sílabas, pero sin que exista entre ellos ninguna
clase de rima. Sirvan de muestra estos endecasílabos de Rubén
Darío:
En el
concurso báquico, el primero,
regando rosas
y tejiendo danzas,
garrido
infante, de Eros por hermoso
émulo y par,
risueño aparecía.
-Sueltos:
serían iguales a los anteriores, pero éstos forman parte de un
texto donde los otros versos sí riman entre sí. Así, en el
siguiente fragmento de Sor Juana Inés de la Cruz, serían sueltos
los versos primero y tercero, puesto que el segundo y el cuarto riman
en asonante:
Con que a mí
no es bien mirado
que como a
mujer me miren,
pues no soy
mujer que a alguno
de mujer
pueda servirle.
-Libres:
en estos versos se prescinde, al menos aparentemente, de las
convenciones de la medida y de la rima. Por ejemplo éstos de Antonio
Colinas:
Ya ha llegado
la noche, pero aún vemos,
encima de la
masa de arbolado,
agitarse el
lomo vinoso de las aguas,
el inestable
mar.
A
pesar de lo escrito arriba, podemos encontrar, de manera excepcional,
alguna rima en un poema escrito en versos libres o en versos blancos.
Para hablar de rima o de medida ha de ser respetada una estructura,
es decir, ha de sistematizarse la repetición, ésta no puede ser
casual o excepcional.
2.3.
La medida.
El
número de sílabas de un verso es uno de los fundamentos de la
versificación regular, la cual se asienta, precisamente, en la
agrupación de versos de un número determinado de sílabas. A la
hora de medir un verso hemos de tener en cuenta tres aspectos:
-El
número de sílabas fonológicas.
-El
tipo de verso según el acento final (oxítono, paroxítono o
proparoxítono).
-Los
fenómenos métricos, o licencias, que se permiten al poeta e
introducen correcciones en el cómputo.
Nos
fijaremos en estas últimas, puesto que las sílabas fonológicas son
constantes y lo mismo puede decirse del acento final del verso. Los
fenómenos métricos más habituales son la sinalefa, la
diéresis y la sinéresis.
La
sinalefa consiste en
contabilizar como una sola sílaba métrica la sílaba fonológica
final de una palabra que finaliza en vocal y la siguiente que
comienza por vocal3.
De este modo, el siguiente verso de Fray Luis de León tiene trece
sílabas fonológicas, pero once métricas al producirse dos
sinalefas:
“Ten-di-do-yo_a-la-som-bra_es-té-can-tan-do”.
Asimismo
pueden unirse tres sílabas fonológicas en una sola sílaba métrica
de coincidir una palabra que acaba en vocal, seguida de una palabra
constituida por una vocal y, a continuación, una palabra que
comienza por vocal, como en este verso de Juan Ramón Jiménez:
“Co-mo_a_u-na-mal-di-ción-,es-va-no-em-pe-ño”
La
sinéresis consiste en considerar como una sílaba métrica
dos sílabas fonológicas, de una misma palabra, cuyas vocales en
contacto no constituyen diptongo, es decir, son a, e, o. Así,
en el siguiente texto de Dámaso Alonso encontramos este fenómeno en
el último verso:
La veleta, la
cigarra.
Pero el
molino, la hormiga.
Muele pan,
molino, muele.
Trenza,
veleta, poesía.
Todos
los versos son de ocho sílabas y para ello es necesario considerar,
en el cuarto, “poe-sí-a”, esto es, la combinación “oe” como
un diptongo.
Estos
dos fenómenos pueden ser utilizados por el comentarista para ajustar
los versos a las medidas que parecen esperables, del mismo modo que
hemos de suponer hizo el poeta. Lo que es lo mismo, ambos fenómenos
no vienen marcados por ningún rasgo que nos indique la necesidad de
considerarlos, es una decisión que hemos de tomar cuando al medir un
verso comprobemos que se aparta del número de sílabas esperable, y
así habrá casos en los que deberemos entender que se dan sinalefas
o sinéresis y otros en que no4.
La
diéresis consiste en
contabilizar como dos sílabas métricas un diptongo, que constituye
una sola sílaba fonológica. En estos casos el poeta se encarga de
manifestar su deseo de que así sea considerado el verso escribiendo
dos puntos5
sobre una de las vocales, generalmente la débil. En el siguiente
verso de Fray Luis de León podemos observar este fenómeno:
“Con-sed-in-sa-cï-a-ble”
Seis
sílabas fonológicas dan lugar, mediante la diéresis, a un
heptasílabo.
Los
versos pueden ser clasificados de acuerdo con el número de sílabas
que los forman en dos grandes grupos: simples y compuestos.
Los primeros serían aquellos que tienen un máximo de once sílabas;
los segundos los que tienen doce o más. Dentro de los simples
distinguiremos versos de arte menor (hasta ocho sílabas) de
los de arte mayor (entre nueve y once sílabas). Estas
divisiones no son arbitrarias o caprichosas sino que responden a la
realidad fonética del español: cuando hablamos o leemos, el número
de sílabas que emitimos entre dos pausas (llamado grupo fónico)
oscila entre ocho y once sílabas, de modo que el grupo fónico
medio mínimo es de ocho sílabas y señala el límite del
arte menor; el grupo fónico medio máximo es de once
sílabas y señala el límite de los versos simples; a partir de doce
sílabas nos encontraremos ya ante un verso compuesto, que es
lo mismo que decir que estos versos están formados por dos versos
simples.
Los
versos simples de arte menor pueden ser:
-Bisílabos:
es éste el verso más corto dado que no puede existir el monosílabo,
ya que al ser, necesariamente, el verso oxítono debemos sumarle una
sílaba más. Sirva como ejemplo el siguiente poema de César
Vallejo:
Ves
lo
que
es
pues
yo
ya
no.
La
cruz
da
luz
sin
fin.
-Trisílabos:
se trata de versos de tres sílabas, como éstos de Rubén Darío:
Yo en una
doncella
mi estrella
miré.
-Tetrasílabo:
consta de cuatro sílabas. Veamos este ejemplo de Manuel Machado:
De violines
fugitivos
ecos
llegan...
-Pentasílabo:
formados por cinco sílabas, como éstos de Nicolás Guillén:
Mire la
gente,
llamando
pasa;
gente en la
calle,
gente en la
plaza;
ya nadie
queda
que esté en
su casa.
-Hexasílabo:
de seis sílabas, como los escritos por el Marqués de Santillana:
Moça tan
fermosa
non vi en la
frontera,
como una
vaquera
de la
Finojosa.
-Heptasílabo:
estos versos están formados por siete sílabas. Sirvan como ejemplo
los siguientes versos de Gutierre de Cetina:
De tus rubios
cabellos,
Dórida
ingrata mía,
hizo el amor
la cuerda
para el arco
homicida.
-Octosílabo:
consta de ocho sílabas. Así los utiliza este cantar popular:
Cuéntale al
mundo tus dichas,
y no le
cuentes tus penas,
que mejor es
que te envidien
que no que te
compadezcan.
Los
versos simples de arte mayor son los siguientes:
-Eneasílabo:
verso de nueve sílabas, como los famosos de Rubén Darío:
¡Juventud,
divino tesoro,
que te vas
para no volver!
Cuando quiero
llorar no lloro...
Y, a veces,
lloro sin querer.
-Decasílabo:
está formado por diez sílabas. Veamos el siguiente ejemplo de Sor
Juana Inés de la Cruz:
Dátiles de
alabastro tus dedos,
fértiles de
tus dos palmas brotan,
frígidos si
los ojos los miran,
cálidos si
las almas los tocan.
-Endecasílabo:
consta de once sílabas, como éstos compuestos por Quevedo:
Retirado en
la paz de estos desiertos,
con pocos,
pero doctos libros juntos,
vivo en
conversación con los difuntos
y escucho con
mis ojos a los muertos.
Los
que hemos llamado versos compuestos deben considerarse como
dos versos, llamados hemistiquios, en uno solo, separados por
una pausa, llamada cesura. Al disponernos a medir estos versos
hemos de tener en cuenta algunas condiciones:
1.
La cesura impide la posible sinalefa entre la vocal final del primer
hemistiquio y la inicial del siguiente.
2.
En el primer hemistiquio se realiza el cómputo silábico teniendo en
cuenta el acento de la última palabra que lo forma, como si de un
verso simple se tratara.
Los
versos compuestos son los siguientes:
-Dodecasílabo:
de doce sílabas, siendo los hemistiquios de seis sílabas, o estando
formados por hemistiquios de siete y cinco sílabas. Al primer caso
corresponden éstos de Rubén Darío:
-¡Oh, Reyes!
-les dice- Yo soy una niña
que oyó a
los vecinos pastores cantar.
Y desde la
próxima florida campiña
miró vuestro
regio cortejo pasar.
Al
segundo caso (7+5) se corresponden estos versos de Manuel Machado:
Ven,reina de
los besos, flor de la orgía,
amante sin
amores, sonrisa loca...
Ven, que yo
sé la pena de tu alegría
y el rezo de
amargura que hay en tu boca.
-Alejandrino:
consta de catorce sílabas. Veamos un ejemplo de Gonzalo de Berceo:
Desenparó su
casa e quanto que avia,
non disso a
ninguno lo que facer querria,
fue pora la
eglesia del logar do seya,
plorando de
los oios quanto más se podia.
Aunque
no son habituales, podemos encontrar versos de más de catorce
sílabas: pentadecasílabo (quince sílabas), hexadecasílabo
(dieciséis sílabas), heptadecasílabo (diecisiete sílabas),
octodecasílabo (dieciocho sílabas), y eneadecasílabo
(diecinueve sílabas).
3.
La estrofa.
3.1.
La estrofa: características.
La
estrofa es el resultado de la combinación de dos o más versos
(generalmente, hasta diez) que constituyen una estructura
fundamentada en las siguientes características6:
-Los
versos han de tener medidas iguales o proporcionales, es decir,
pueden ser endecasílabos o combinar endecasílabos y heptasílabos,
por ejemplo.
-Ha
de existir rima entre algunos o todos los versos, de acuerdo a un
esquema establecido.
-Normalmente
una estrofa suele corresponderse con una unidad sintáctica.
-En
una estrofa es necesario que el número y el tipo de cada verso, así
como el número y la distribución de las rimas estén en cierta
relación, sea fijo y se repita en cada estrofa.
La
representación de una estrofa se realiza mediante algunas
convenciones:
-Utilizamos
un número que indica las sílabas métricas de que consta cada verso
-Una
letra, empezando por la “a”, sirve para identificar las rimas, de
modo que la primera rima se notará con la “a” en todos los
versos en los que aparezca; la segunda con la “b”; y así
sucesivamente. Si el verso es de arte menor la letra será minúscula;
si es de arte mayor o compuesto, la letra usada será la mayúscula.
-Mediante
un guión indicaremos los versos sueltos.
Veamos
ahora algunos ejemplos. Garcilaso de la Vega escribe los siguientes
versos:
Si de mi baja
lira
tanto pudiese
el son que en un momento
aplacase la
ira
del animoso
viento
y la furia
del mar y el movimiento.
Esta
estrofa la anotaríamos del siguiente modo: 7a, 11B, 7a, 7b, 11B. Por
su parte, en Francisco de Aldana podemos leer:
Todo es
tranquilidad de fértil mayo,
purísima del
sol templada lumbre,
de hielo o de
calor sin triste ensayo.
El
esquema que le correspondería a esta estrofa sería 11A, 11-, 11A.
3.2.
Clases de estrofas.
Salvo
en aquellos casos en que así se haga notar, la rima utilizada en las
estrofas se considerará siempre consonante.
3.2.1.
Estrofas de dos versos:
-Pareado:
es la estrofa más sencilla. Consta de dos versos que riman entre sí.
Los versos pueden ser de la misma o diferente medida. Veamos un
ejemplo de cada caso, el primero de Federico Balart y el segundo de
Antonio Machado:
Ya lo ves las
canciones que te consagro,
en mi pecho
han nacido por un milagro.
Todo necio
confunde
valor y precio.
3.2.2.
Estrofas de tres versos:
-Terceto:
está constituido por tres versos de arte mayor que riman normalmente
ABA, como en estos versos de Francisco de Quevedo:
Hacia la
tierra inclina tu entereza,
porque lo
erguido se promete vano,
y que está
sin meollo la cabeza.
Sin
embargo, los tercetos suelen constituir series de dos o más,
pudiéndose dar todo tipo de combinaciones, siempre y cuando ningún
verso quede suelto. Así, podemos hallar combinaciones como
ABA-BCB...; o ABC-ABC...; o AAA-BBB...
-Tercerilla:
se correspondería con el terceto, pero utilizando versos de arte
menor, como en este ejemplo de Villaespesa:
Granada,
Granada
de tu poderío
ya no queda
nada.
-Soledad:
su estructura es como la de la tercerilla, pero su rima es asonante,
como podemos comprobar en esta estrofa de Antonio Machado:
El ojo que ve
no es
ojo porque tú
lo veas;
es ojo porque
te ve.
3.2.3.
Estrofas de cuatro versos:
-Cuarteto:
formado por cuatro versos de arte mayor que se combinan ABBA. Así
escribe Jorge Guillén:
Alguna vez me
angustia una certeza,
y ante mí se
estremece mi futuro.
Acechándole
está de pronto un muro
del arrabal
final en que tropieza.
-Serventesio:como
el anterior, consta de cuatro versos de arte mayor, pero su esquema
es ABAB. Sirvan de ejemplo los versos de Diego Hurtado de Mendoza:
Como el
triste que a muerte es condenado
gran tiempo
ha, y lo sabe y se consuela,
que el uso de
vivir siempre en cuidado
hace que no
se sienta ni se duela.
-Redondilla:
es la estrofa correspondiente al cuarteto, pero formada con versos de
arte menor, de modo que responde al esquema abba. Así escribe
Antonio Machado:
La tarde más
se oscurece;
y el camino
que serpea
y débilmente
blanquea,
se enturbia y
desaparece.
-Cuarteta:
se corresponde con el serventesio, pero con versos de arte menor,
resultando abab. El mismo Antonio Machado escribió:
Luz del alma,
luz divina,
faro,
antorcha, estrella, sol...
Un hombre a
tientas camina;
lleva a la
espalda un farol.
-Cuaderna
vía o tetrástrofo monorrimo alejandrino: se trata de una
estrofa de cuatro versos compuestos con una sola rima, cuyo esquema
es AAAA. En Gonzalo de Berceo es donde más encontraremos este tipo
de estrofa, como es este caso:
Vistie a los
desnudos, apacie los famnientos,
acogie los
romeos que vinien fridolientos,
daba a los
errados buenos castigamientos
que se
penitenciasen de todos fallimientos.
-Seguidilla:
aunque hay distintas combinaciones, la más simple responde al
siguiente esquema: 7-, 5a, 7-, 5a. La rima es asonante. Veamos un
ejemplo de Federico García Lorca:
Está muerto
en el agua,
niña de
nieve,
cubierto de
nostalgias
y de
claveles.
3.2.4.
Estrofas de cinco versos:
-Quinteto:
consta de cinco versos de arte mayor. La combinación de la rima es a
gusto del poeta, con la condición de que no haya tres versos
seguidos con la misma rima y de que los dos últimos no formen
pareado. Las combinaciones posibles serían: ABABA, ABAAB, ABBAB,
AABAB, AABBA. A la cuarta de estas combinaciones se corresponden
estos versos de Ricardo Gil:
Desierto está
el jardín... De su tardanza
no adivino el
motivo... El tiempo avanza...
Duda tenaz,
no turbes mi reposo.
Comienza a
vacilar mi confianza...
El miedo me
hace ser supersticioso.
-Quintilla:
responde a las mismas características de la estrofa anterior, pero
sus versos son de arte menor. Sirvan como ejemplo estos versos de
Lope de Vega:
Los vallados
y los hoyos,
en la viñas
igualados,
de nieve
estaban cuajados,
pareciendo
los arroyos
lazos de
plata en los prados.
-Lira:
consta de dos endecasílabos (el segundo y quinto versos) y tres
heptasílabos. Su esquema es aBabB. Así podemos leer en Fray Luis de
León:
Despiértenme
las aves
con su cantar
süave no aprendido,
no los
cuidados graves
de que es
siempre seguido
quien al
ajeno arbitrio está atenido.
3.2.5.
Estrofas de seis versos:
-Sextina:
consta de seis versos de arte mayor cuya rima queda a gusto del
poeta7.
Veamos un ejemplo de Fernando de Herrera:
Al bello
resplandor de vuestros ojos
mi pecho
abrasó Amor en dulce llama
y desató el
rigor de fría nieve,
que
entorpecía el fuego de mi alma,
y en los
estrechos lazos de oro y hebras
sentí preso
y sujeto al yugo el cuello.
-Sextilla:
responde a las mismas características que la anterior, con la única
diferencia de utilizar versos de arte menor. Así la utilizó el
Arcipreste de Hita:
Sus fijos e
su conpaña
Dios, padre
espiritual,
de çeguedat
atamaña
guarde e de
coyta atal;
sus ganados e
cabaña
Sant’Antón
guarde de mal.
-Copla
de pie quebrado8:
consta de cuatro versos octosílabos y dos tetrasílabos o
pentasílabos (el tercero y el sexto), y obedece al siguiente
esquema: abcabc. Las más conocidas son las compuestas por Jorge
Manrique con motivo de la muerte de su padre:
¿Qué se
hicieron las damas,
sus tocados,
sus vestidos,
sus olores?
¿Qué se
hicieron las llamas
de los fuegos
encendidos
de amadores?
3.2.6.
Estrofas de ocho versos:
-Copla
de arte mayor: consta de ocho versos de arte mayor (generalmente
dodecasílabos) con la siguiente combinación de rima: ABBAACCA.
Veamos un ejemplo de juan de Mena:
Assí
lamentaua la pía matrona
al fijo
querido que muerto tú viste,
faziéndole
encima semblante de triste,
segund al que
pare faze la leona;
pues donde
podría pensar la persona
los daños
que causa la triste demanda
de la
discordia el reyno que anda,
donde non
gana ninguno corona.
-Octava
real: los versos que la constituyen son de arte mayor y su rima
responde al siguiente esquema: ABABABCC. Así podemos leer en Luis de
Góngora:
Donde
espumoso el mar sicilïano
el pie
argenta de plata al Lilibeo
(bóveda o de
las fraguas de Vulcano,
o tumba de
los huesos de Tifeo),
pálidas
señas cenizoso un llano
-cuando no
del sacrílego deseo-
del duro
oficio da. Allí una alta roca
mordaza es a
una gruta, de su boca.
3.2.7.
Estrofas de diez versos:
-Décima:
también llamada décima espinela, está formada por versos
octosílabos cuya rima responde al siguiente esquema: abbaaccddc. Un
ejemplo lo encontramos en Calderón de la Barca:
Sueña el
rico en su riqueza,
que más
cuidados le ofrece;
sueña el
pobre que padece
su miseria y
su pobreza;
sueña el que
a medrar empieza,
sueña el que
afana y pretende;
sueña el que
agravia y ofende;
y en el
mundo, en conclusión,
todos sueñan
lo que son
aunque
ninguno lo entiende.
4.
El poema.
Es
una composición en verso que contiene un mensaje completo. Los
poemas pueden estar estructurados en estrofas o no, de modo que
podríamos clasificarlos en poemas estróficos (los que están
constituidos por estrofas) y poemas no estróficos (aquellos
que no están estructurados en estrofas.
4.1.
Poemas estróficos.
Nos
fijaremos en tres tipos: el zéjel, el villancico y el soneto.
-
El zéjel: procede de la poesía arábigo-andaluza y aparece en
castellano en el siglo XIV. Está formado por versos octosílabos y
tiene la siguiente estructura: estribillo (uno o dos versos),
mudanza (tres versos monorrimos), vuelta (un verso que
rima con el estribillo), resultando el siguiente esquema: aa bbba.
Veamos un ejemplo de Gil Vicente:
Dicen que me
case yo:
no quiero
marido,no.
Más quiero
vivir segura
n’esta
sierra a mi soltura,
que no estar
en ventura
si casare
bien o no.
Dicen que me
case yo:
no quiero
marido, no.
Madre, no
seré casada
por no ver
vida cansada,
o quizá mal
empleada
la gracia que
Dios me dió.
-El
villancico: Era la canción popular más típica en la Edad Media
y ha seguido cultivándose hasta la actualidad. Está escrito en
versos hexasílabos u octosílabos. La estructura más frecuente es
la siguiente, aunque puede presentar otras, se divide en dos partes:
el estribillo (formado por dos, tres o cuatro versos), que se
repite a lo largo de todo el poema; y el pie (estrofa de seis
o siete versos de los que los últimos riman con el estribillo).
Veamos un ejemplo de Miguel de Cervantes:
En los
estados de amor,
nadie llega a
ser perfecto,
sino el
honesto y secreto.
Para llegar
al süave
gusto de
amor, si se acierta,
es el secreto
la puerta,
y la
honestidad la llave;
y esta
entrada no la sabe
quien presume
de discreto,
sino el
honesto y secreto.
-El
soneto: de origen italiano, después de un intento fallido del
Marqués de Santillana, se introduce en España en el Renacimiento.
Es el poema estrófico que más fortuna ha tenido a lo largo de la
historia de la literatura. Está formado por dos cuartetos y dos
tercetos, generalmente endecasílabos, y de rima consonante. El
esquema clásico es el siguiente: ABBA ABBA CDC DCD (la estructura de
los tercetos admite otras variantes, como CDE CDE, o CDE DCE, etc.).
A lo largo del tiempo se han ido introduciendo innovaciones, como
cambiar los cuartetos por serventesios (ABAB ABAB), o variar la rima
del segundo cuarteto respecto al primero (ABBA CDDC). Fijémonos en
el siguiente ejemplo de Luis de Góngora, que responde a la
estructura clásica:
Mientras por
competir con tu cabello,
oro bruñido,
el Sol relumbra en vano,
mientras con
menosprecio en medio el llano
mira tu
blanca frente el lilio bello;
mientras a
cada labio, por cogello,
siguen más
ojos que al clavel temprano,
y mientras
triunfa con desdén lozano
del luciente
cristal tu gentil cuello;
goza cuello,
cabello, labio y frente,
antes que lo
que fue en tu edad dorada
oro, lilio,
clavel, cristal luciente,
no solo en
plata o vïola troncada
se vuelva,
más tú y ello juntamente
en tierra, en
humo, en polvo, en sombra, en nada.
4.2.
Poemas no estróficos.
Dos
serán los poemas no estróficos que aquí consideraremos: el romance
y la silva.
-El
romance: está formado por una serie más o menos extensa de
versos octosílabos, de los cuales riman los pares en asonante,
quedando sueltos los impares. Veamos un fragmento de un romance
épico:
En Santa
Gadea de Burgos
do juran los
hijosdalgo,
allí toma
juramento
el Cid al rey
castellano
sobre un
cerrojo de hierro
y una
ballesta de palo.
Las
variantes del romance se justifican por el abandono del octosílabo
en favor de otros metros. Así, cuando los versos son heptasílabos,
el romance se conoce como endecha; si son de menos de siete
sílabas, se le denomina romancillo; y si se construye con
endecasílabos recibe el nombre de romance heroico.
-La
silva: es una serie poética ilimitada en la que se combinan, a
voluntad del poeta, versos heptasílabos y endecasílabos, con rima
consonante, aunque muchas veces se introducen también versos
sueltos. Un ejemplo lo encontramos en Luis de Góngora:
Era del año
la estación florida
en que el
mentido robador de Europa
-media Luna
las armas de su frente,
y el Sol
todos los rayos de su pelo-,
luciente
honor del cielo,
en campos de
zafiro pasce estrellas;
cuando el que
ministrar podía la copa
a Júpiter
mejor que el garzón de Ida,
-naúfrago y
desdeñado, sobre ausente-,
lagrimosas,
de amor, dulces querellas
da al mar;
que condolido,
fue a las
ondas, fue al viento
el mísero
gemido,
segundo de
Arïón dulce instrumento.
1Si
leemos a los poetas de la segunda mitad del siglo XX encontraremos
una poesía que, a pesar de aparecer formalmente versificada, nos
recuerda mucho el ritmo y la realidad de la prosa.
2Por
su parte, Antonio Quilis la define así: “La métrica, como
estudio de la versificación, es la parte de la ciencia literaria
que se ocupa de la especial conformación rítmica de un contexto
lingüístico estructurado en forma de poema”.
3No
está demás recordar que la letra “h” al no corresponderse con
ningún fonema no impide la sinalefa. Así, en el siguiente verso de
Sor Juana Inés de la Cruz, “Te deberé la hermosura”, contamos
nueve sílabas fonológicas pero ocho sílabas métricas ya que se
produce una sinalefa entre “la” y “hermosura”:
“Te-de-be-ré-la_her-mo-su-ra”.
6En
la poesía contemporánea a menudo se prescinde de las reglas que
impone la métrica de modo que la estrofa se asocia más con lo que
representa el párrafo en la prosa (una cierta unidad de contenido)
que con una estructura sujeta a unas normas, que es el caso que aquí
consideramos.
7También
recibe el nombre de sextina un tipo de poema compuesto por seis
estrofas de seis versos endecasílabos y una de tres versos.
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