“Que/
por/ ma/yo - e/ra/ por/ ma/yo, [8] -
cuan/do/
ha/ce/ la/ ca/lor/, [7+1] a
cuan/do/
los/ tri/gos/ en/ca/ñan [8] -
y -
es/tán/ los/ cam/pos/ en/ flor, [7+1] a
5
cuan/do/ can/ta/ la/ ca/lan/dria [8] -
y/
res/pon/de - el/ rui/se/ñor, [7+1] a
cuan/do/
los/ e/na/mo/ra/dos [8] -
van/
a/ ser/vir/ al/ a/mor, [7+1] a
si/no/
yo/, tris/te/, cui/ta/do, [8] -
10
que/ vi/vo - en/ es/ta/ pri/sión, [7+1] a
que/
ni/ sé/ cuán/do - es/ de/ dí/a [8] -
ni/
cuán/do/ las/ no/ches/ son, [7+1] a
si/no/
por/ u/na - a/ve/ci/lla [8] -
que/
me/ can/ta/ba - al/ al/bor. [7+1] a
15
Ma/tó/me/la - un/ ba/lles/te/ro [8] -
dé/le/
Dios/ mal/ ga/lar/dón. [7+1] a
1.- Breve relación sobre el autor y su época.
Es éste un romance viejo, por tanto de autor desconocido. Como
escribió Menéndez Pidal “El
autor se llama Ninguno o Legión”.
Ha de localizarse en el final de la Edad Media su creación, antes de
acabar el siglo XV, aunque, de acuerdo con su carácter popular, no
deja de ser una afirmación discutible.
Estaríamos en los últimos momentos de un sistema feudal que se
derrumba y de ahí que personajes como el prisionero de nuestro
romance estén solos y aislados, ajenos a cualquier estructura
jerárquica.
2.- Plano de la expresión.
2.1. Nivel fónico: el poema está compuesto por 16 versos
octosílabos, rimando los pares en asonante (en -o-) y
quedando sueltos los impares, es decir, responde a la estructura
canónica del romance.
Respecto a las figuras propias de este nivel de análisis puede
defenderse la existencia de aliteración en los versos 5 y 6: “cuando
canta la calandria”
(aliteración de /k/) ; “y
responde el ruiseñor”
(aliteración de /r/). Sería posible pensar aquí en la existencia
de esta figura retórica como forma de dar carácter musical a estos
dos versos donde se refiere el autor al canto de dos aves.
2.2. Nivel morfosintáctico: el análisis sintáctico de este
texto nos revela su perfecta armonía y la disposición simétrica
de los elementos con los que ha sido construido el poema. Arranca
éste con una violenta elipsis, Que (verso 1), que nos
introduce en la historia violentamente. Esta elipsis nos enfrenta
con una frase nominal conectada a una segunda frase nominal por sino
(verso 9), de modo que los catorce primeros versos están
construidos en torno a dos núcleos: uno falsamente nominal, que
era, y uno claramente nominal, yo. El primero nos remite
al desarrollo del ambiente en el que se desarrolla la historia, el
paisaje. El segundo se concentra en la primera persona, que se hace
protagonista del poema. Finalmente, los dos últimos versos los
ocupan dos frases verbales de estructura idéntica: la primera tiene
como núcleo a “mató”
(pretérito indefinido: acción acabada y real -el indicativo es el
modo de la realidad-), y es su sujeto “un
ballestero”; el CI es
otra vez la primera persona, que reaparece aquí; el CD lo
constituye el referente a otro de los protagonistas del poema, “una
avecilla”. La segunda tiene como núcleo “dé”
(presente de subjuntivo, modo de la irrealidad) y su sujeto es
“Dios”; el sujeto de
la anterior pasa aquí a ser CI, sustituyendo a la primera persona;
el CD es “mal galardón”.
Una figura retórica que no es posible ignorar aquí es la anáfora
(repetición de cuando), que es utilizada para marcar el
ritmo del poema. También anafóricos debemos considerar los que
con los que comienzan los versos 1, 10, 11 y 14.
También podría entenderse como quiasmo la estructura de los versos
11 y 12, que acentúan de ese modo su encontrado significado.
En lo que se refiere a las clases formales y su importancia en el
texto, los sustantivos y verbos dominan ampliamente a las demás:
encontramos 18 sustantivos y 14 verbos, frente a 6 adjetivos, 6
pronombres y 1 infinitivo. Esto quiere decir dos cosas: primera, los
sustantivos pretenden una referencia universal y total, no se
matizan mediante adjetivos, no se concretan, sino que se usan en su
valor más absoluto y sustantivo; la utilización de tantos verbos
pretenden una historia en la que se suceden los hechos, no una
historia estática sino dinámica. Si analizamos ahora los
pronombres, veremos que cuatro son de primera persona, es decir, son
“el prisionero”, y los
otros dos aluden a los otros dos elementos fundamentales de la
historia, “la avecilla”
y “el ballestero”.
De los seis adjetivos, hay tres calificativos, dos empleados para
retratar al “prisionero”
(“triste” y “cuitado”)
y uno para construir una paradoja “Mal
galardón”, refiriéndose al ballestero. Los tres adjetivos no
calificativos se usan de modo distinto: en “esta prisión”,
“esta”
se utiliza para aproximarnos a la celda del protagonista, casi para
meternos en ella y ponernos al lado del “prisionero”.
Los otros dos, “una”
y “un”, evitan
individualizar a la avecilla y al ballestero, continuando con el
afán de referencias totales. No estaría de más notar aquí que,
quizá, este escaso uso de los adjetivos y la particular utilización
de los existentes, se deba a la pretensión del autor de ponernos en
el lugar del “prisionero”
que al no ver nada, a nada puede individualizar con calificativos
(sólo ese cariñoso diminutivo para referirse al ave).
2.3. Nivel léxico-semántico: si algún campo semántico
puede proponerse aquí es el de “la
Primavera”, pero más
que como estación, como símbolo de la vida. Así, 13 de los
sustantivos usados en el poema aluden a ella: “mayo,
la calor, los trigos, los campos + flor, la calandria, el ruiseñor,
los enamorados, el amor, día, avecilla, albor, Dios”;
frente a ellos se sitúan aquellos que aluden a la realidad del
protagonista, términos negativos: “prisión,
las noches, ballestero, mal + galardón, triste, cuitado”.
Como puede verse, predomina lo positivo en el poema, de ahí que sea
más violento el contraste con la situación del protagonista y,
especialmente, los dos versos con los que acaba el poema.
Respecto a las figuras retóricas presentes en el poema, éstas son
escasas, como no podía ser de otro modo. No olvidemos que estamos
ante una muestra de literatura popular, una de cuyas características
es la economía de medios, la sencillez de sus formas y, en
consecuencia, la gran intensidad y pureza de sus resultados. A pesar
de esto, podemos hablar de paradoja en el verso 16: “Mal
galardón”, puesto que
“galardón” es “premio
o recompensa de los méritos o servicios”, por lo que no puede ser
malo, como paradójicamente se plantea en el texto. Esta paradoja es
usada, tal vez, para hacer más intensa la amargura del prisionero.
Como personificación o prosopopeya puede entenderse el “servir
al amor”, del verso 8,
donde parece atribuirse caracteres de persona al amor, acaso con el
fin de hacerlo más próximo al receptor, o quizás, por mera
costumbre: “servir al
amor” parece una frase
hecha.
3.- Plano del contenido.
3.1. Sustancia del contenido: en el poema se nos relata la
terrible vida de un prisionero absolutamente aislado del mundo. Sólo
tiene recuerdos y con ellos reconstruye el mundo exterior. El tema
del poema podría ser la soledad (forzosa ya que se habla de un
prisionero), una soledad de la que le consuela un ave, que se
beneficia en el poema de un expreso sentimiento de cariño personal
con el diminutivo, “avecilla”.
Ésta podría simbolizar la vida del prisionero, su esperanza, su
primavera, esto es, su ilusión la encarna una frágil ave, y ésta
es anulada por el otro hombre que aparece relativamente
individualizado en el poema, “un
ballestero”. El dolor
amargo del prisionero se concentra en el último verso que parece
expresar un deseo imposible y desencantado “Déle
Dios mal galardón”,
acentuado por esa paradoja ya referida.
3.2.- Forma del contenido: lo que acabamos de escribir se
concreta en la división del poema en tres partes:
1ª: el autor nos describe
la alegría de la primavera, la vida tal y como la recuerda ya que
no la puede ver, de ahí la ausencia de adjetivos (versos 1-8).
2ª: el poeta nos informa
de su estado, iniciándolo con la tímida paradoja “vivo
en esta prisión”, y aquí sí aparecen adjetivos que describen
una realidad que está viendo (“triste”
y “cuitado”);
también aparece aquí la esperanza simbolizada en la avecilla que
le mantiene en contacto con sus recuerdos, esto es, con el mundo
exterior recordado, donde a la noche le sucede el día: para él
siempre es noche (versos 9-14).
3ª: el desenlace en el
que se concentra toda el amargo dolor del texto, con la muerte de la
avecilla o, lo que es lo mismo, de la esperanza (versos 15-16).
4.- Conclusiones.
Este es un texto ejemplar respecto a los romances tradicionales o
viejos. Con una gran economía de medios nos transmite una historia
conmovedora y terrible. Palabras sencillas y una estructura
sintáctica escrupulosamente simétrica, el uso moderado de figuras
retóricas, permiten al poema ser admitido y comprendido por
cualquier hispanohablante, que puede disfrutar con la historia del
prisionero, sin transcenderla o haciendo un análisis más profundo,
entender la amarga realidad que en él se halla.
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mayo (2)
la calor
los trigos
los campos
flor
la calandria
el ruiseñor
los enamorados
el amor
prisión
día
las noches
avecilla
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ballestero
Dios
galardón |
triste
cuitado
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una
un
mal |
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hace
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están
canta
responde
van
vivo
sé
es
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santaba
mató
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