1.-
Introducción.
La literatura española es el
resultado inevitable de la aparición de realidades lingüísticas
nuevas (esencialmente las lenguas romances). La realidad cultural nos
enfrenta a una población analfabeta en su mayoría, que habla
lenguas llamadas vulgares y que en ellas elabora sus canciones y
construye sus relatos.
La
primera manifestación literaria en lengua romance parece ser de
carácter lírico puesto que así parece razonable considerar las
canciones de todo tipo que cualquier cultura labra en su propia
lengua. De ahí que la llamada lírica tradicional sea la que nos
proporciona testimonios más añejos del cultivo estético de las
lenguas romances. La lírica tradicional o mejor, la lírica
primitiva, puede dividirse en dos grandes grupos: uno de carácter
culto (las cantigas
de amor
y las cantigas
de escarnio y maldizer
gallego-portuguesas, junto con la lírica catalano-provenzal) y otro
de carácter popular, más antiguo (como las jarchas
arabigo-andaluzas, las cantigas
de amigo
gallego-portuguesas y los villancicos
castellanos).
Si nos fijamos ahora en la situación
geográfica, debemos distinguir cuatro núcleos: el arábigo-andaluz,
el gallego-portugués, el catalano-provenzal y el castellano.
2.-
La lírica arábigo-andaluza: las jarchas.
En la península conquistada por los
musulmanes se cultivan dos tipos de composiciones poéticas: la
“qasida”, que pertenece a la tradición clásica, es un tipo de
poema no estrófico compuesto por versos monorrimos en consonante; el
“zéjel” y la “moaxaja”, propios de la cultura hispanoárabe,
ambos estróficos, de rimas consonantes y asonantes: el primero se
escribe en lengua árabe vulgar, con introducción de algunas
palabras mozárabes, mientras que el segundo, que parece combinar lo
clásico y lo popular, está escrito en árabe clásico y aparece
rematado por unos versos en lengua popular, árabe o mozárabe. Estos
versos son los que hoy se conocen como “jarchas”.
Se atribuye a Muqaddam (o Muhammad),
poeta que recogía versos del pueblo y construía sus poemas sobre
ellos, la invención de la moaxaja en torno al año 900. De este modo
se nos sugiere que la jarcha constituye el núcleo sobre el que se
construye la moaxaja o, dicho de otro modo, los versos populares
constituyen la esencia del texto y los versos cultos no son más que
un desarrollo de aquéllos al modo de las glosas.
Así pues, los primeros testimonios
de literatura en lengua romance están compuestos en dialecto
mozárabe (en la zona peninsular ocupada por los musulmanes, pero en
la que existen comunidades cristianas cuya lengua materna es un
dialecto del latín). Las jarchas tienen un carácter popular, como
lo prueba el hecho de que una misma jarcha aparece en moaxajas de
distintos poetas con ligeras variantes. Casi todas ellas giran en
torno al amor femenino: expresan el anhelo de una doncella en la
ausencia de su amante, el dolor de su partida o infidelidad o, en
ocasiones, el júbilo ante su presencia. El paisaje es urbano, no
rural. Veamos algunos ejemplos:
“Tant' amare, tant' amare,
habibi, tant' amare!,
Enfermeron welyos gayados,
ya duelen tan male.”
“¿Qué faré, mamma?
Mieo al-habib est' ad yana.”
La más antigua de las jarchas puede
fecharse en el siglo XI, pero dada su naturaleza y los aspectos que
acabamos de comentar, parece razonable localizarlas en siglos
anteriores.
En cualquier caso hemos de agradecer
a los poetas hispanoárabes e hispanohebreos cultos el haber
recurrido a estas cancioncillas para su actividad literaria, ya que
de no ser así probablemente se hubieran perdido. Además hemos de
concluir aquí que una cosa es la realidad literaria popular y otra
muy distinta la posibilidad de fecharla con rigor, ya que siempre
hemos de recurrir a los testimonios escritos cuyos intereses se
corresponden, a menudo, con la literatura culta.
3.-
La lírica galaico-portuguesa.
La
postulación del sepulcro de Santiago de Compostela como el del
apóstol Santiago, santo patrón de España, en el siglo IX, creó
una corriente económica, política y cultural hacia Galicia que
explica la influencia de la literatura provenzal (sur de Francia) en
la gallega. El poeta galaico-portugués más antiguo del que tenemos
noticia es Joao Soares de Paiva (nacido en 1141), pero los textos de
este y otros autores posteriores están recogidos en cancioneiros
que datan del siglo XV. Volvemos a enfrentarnos con el mismo problema
que reencontraremos al tratar la lírica castellana: una cosa es
cuándo puede fecharse una obra y otra cuándo tenemos constancia
escrita de la misma. En el caso que nos ocupa la labor se ve
facilitada por tratarse de poetas conocidos y así poder establecer
una época concreta para su obra; muy distinto es el caso de la
poesía popular, de autor desconocido, ya que sólo podemos
remitirnos al texto conservado o a la especulación.
Las
composiciones de la lírica galaico-portuguesa pueden clasificarse en
tres grandes grupos: las cantigas
de amor,
las cantigas
d'escarnho
y las cantigas
de amigo.
Las dos primeras están relacionadas con la lírica provenzal,
mientras que la tercera parece de inspiración popular y mantiene
cierta relación con las jarchas y los villacincos castellanos.
En
las cantigas
de amor
los caballeros se lamentan del desdén de la amada o de los rigores
de su ausencia. Esta composición estaría relacionada con la canción
provenzal, de asunto amoroso. Sirva como ejemplo el poema de Bernal
de Bonaval:
A dona que eu amo e teño por seño
amostradema, Deus, se vos en pracer
for,
senon,
dadema morte.
A que teño eu por lume destes ollos
meus
e por que choran sempre,
amostradema, Deus,
senon,
dadema morte.
Esa que Vos fecestes mellor parecer
de quantas sei, ¡ai Deus!, facedema
veer,
senon,
dadema morte.
¡Ai, Deus!, que ma facestes mais ca
min amar,
mostradema u posa con ela falar,
senon,
dadema morte.
Las
cantigas
d'escarnho
se relacionan el sirventés
provenzal, texto de intención satírica. Aquí el poeta satiriza a
personajes principales, a poetas rivales, a damas casadas o a
doncellas. Así, Pedro da Ponte escribió:
¡Morto e Don Martin Marcos! ¡Ay,
Deus, se e verdade!
Seica, se ele e morto, morta e
torpidade,
morta e bavequia e morta neiscidade,
morta e cobardia e morta e maldade.
Se Don Martiño e morto, sen prez e
sen bondade,
oimais, maos costumes, outro señor
catade;
mais non o hacharedes de Roma ata a
cidade.
(Se tal señor queredes, allur lo
demandade!
Pero un cabaleiro sei eu, par
caridade,
que vos axudaria toller del soidade;
mais ¿queredes que vos diga ende
ben a verdade?:
Non e rei nen conde, mais e outra
potestade
que non direi, que non direi, que
non direi.
La
cantiga
de amigo
es una composición puesta en boca de una joven enamorada que llora
la ausencia del amado y nos propone su dolor en forma de confidencias
a su madre o a sus amigas, o dialogando con los pájaros o los
árboles. Pedro Meogo escribió:
-Digades, filla, mia filla belida:
¿por que tardastes na fontana fría?
-Os
amores hei.
-Digades, filla, mia filla louçana:
¿por que tardastes na fria fontana?
-Os
amores hei.
Tardei, mia madre, na fontana fria;
cervos do monte a auga volvian.
-Os
amores hei.
Tardei, mia madre, na fria fontana;
cervos do monte volvian a auga.
-Os
amores hei.
-Mentis, mia filla, mentis por
amigo;
nunca vi cervo que volvese o rio.
-Os amores hei.
-Mentis, mia filla, mentis por
amado;
nunca vi cervo que volvese o alto.
-Os
amores hei.
4.-
La lírica catalano-provenzal.
Esta
escuela se conoce en realidad como lírica provenzal e influyó de
manera notable en la lírica galaico-portuguesa. Guillermo de
Poitiers, duque de Aquitania, que vivió de 1071 a 1126, es el primer
trovador de nombre conocido. Características de este poesía son su
artificiosidad y su refinamiento, la idealización de la mujer, la
complicación y variedad de su métrica, y el rebuscamiento en la
expresión. Se trata, en definitiva, de una poesía ya culta, alejada
de la senda popular por la que transitan otras muestra tempranas de
la lírica europea, como las jarchas
o las cantigas
de amigo.
Sus
géneros principales son la
canción,
de asunto amoroso; el serventesio
(o sirventés),
de intención satírica; y la tensó,
disputa
o partiment,
donde los poetas contendían entre sí en torneos verbales sobre los
más variados temas.
Un ejemplo de la obra del arriba
citado Guillermo de Poitiers:
Qual pro i auretz, dompna conja,
si vostr'amors mi deslonja?
Par que-us vulhatz metre monja!
E sapchatz, quar tan vos am,
tem que la dolors me ponja,
si no.m faitz dreg dels tortz
q'ie.us clam.
Esta poesía se introdujo en
Cataluña durante el reinado de Alfonso II (1162-1196). Muchos
autores nacidos en Cataluña aprenden provenzal para escribir sus
poemas y de ahí el epígrafe que le hemos dado a esta parte, ya que
puede considerarse esta lírica provenzal como la más primitiva
cultivada en esta parte de España. Un poeta catalán, Ponç de la
Guàrdia escribe:
A Deu coman tot cant reman de sai;
ploran m'en part, car las domnas am
nems.
Tot lo pais, de Salsas tro a Trems,
salv Deus, e plus cel on midons
estai.
5.-
La lírica castellana.
Estrictamente
hablando, la lírica primitiva castellana debe ceñirse a los
villancicos
que, salvo excepciones, no constan por escrito hasta finales del
siglo XV o ya en el XVI. Sin embargo, como ya hemos escrito, no
parece razonable pensar que una lengua en expansión y con un número
no despreciable de hablantes no haya producido canciones populares
(recordemos las jarchas, productos literarios de unos dialectos
domésticos en un contexto en el que es otra la lengua dominante). En
consecuencia hemos de suponer que la lírica tradicional castellana
no es menos antigua que las demás manifestaciones peninsulares, pero
lo cierto es que no tenemos constancia escrita de su existencia hasta
fechas tardías.
Consta el villancico de dos partes:
el estribillo -dos, tres o cuatro versos iniciales- que se repite al
final de cada estrofa, y la glosa, estrofas que desarrollan el tema
propuesto por el estribillo. Sin embargo, encontramos no pocos
ejemplos de la lírica primitiva castellana en los que no encontramos
esta estructura. Los villancicos son poemas amorosos en los que el
interlocutor es una doncella, si bien, en un estadio de la tradición
más tardío y complejo, su asunto puede estar constituido por el
amor de un hombre. El tema más frecuente es el del amor desdichado,
lamentándose la mujer de la ausencia de su amante, como podemos
comprobar en este ejemplo:
Estas noches atán largas
para mí
no solían ser así.
Solía que reposaba. Agora que sé
las noches con alegría,
y el rato que no dormía
en sospiros lo pasaba:
mas peor está que estaba;
para mí
no solían ser así.
Pero también son tratados otros
asuntos como el de la muchacha que protesta ante la idea paterna de
que profese como monja:
¿Agora que sé de amor
me metéis monja?
¡Ay Dios, qué grave cosa!
Agora que sé de amor
de caballero,
¿agora me metéis monja
en el monesterio?
¡Ay Dios, qué grave cosa!.
-
|
Arábigo-andaluza
|
Galaico-portuguesa
|
|
|
Castellana
|
Catalano-provenzal
|
|
|
Nombre
|
Jarcha
|
Cantiga
de amigo
|
Cantiga
de amor
|
Cantiga
de escarnho
|
Villancico
|
Canción
|
Sirventés
|
Disputa
|
Lengua
|
Mozárabe
|
Gallego-portugués
|
|
|
Castellano
|
Catalán
|
|
|
Carácter
|
Popular
|
Popular
|
Culto
|
Culto
|
Popular
|
Culto
|
Culto
|
Culto
|
Autor
|
Anónimo
|
Conocido
|
Conocido
|
Conocido
|
Anónimo
|
Conocido
|
Conocido
|
Conocido
|
Tema
|
Amoroso
|
Amoroso
|
Amoroso
|
Satírico
|
Variado
|
Amoroso
|
Satírico
|
Variado
|
Narrador
|
Mujer
|
Mujer
|
Hombre
|
Hombre
|
Mujer/Hombre
|
Hombre
|
Hombre
|
Hombre
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