1.
Introducción.-
La
novela sentimental y los libros de caballerías se desarrollan
en el siglo XV. Si antes de esta época dominan el panorama de la
ficción narrativa la fábula y el cuento, ahora surgen textos que
sitúan el estudio psicológico y la pasión amorosa como eje del
relato [la “novela sentimental”] y otros en los que la aventura
caballeresca constituye el núcleo de la narración [la “novela de
caballerías”].
2.
La novela sentimental.-
Pueden
señalarse como rasgos distintivos de esta forma novelesca la
artificiosidad de la aventura y del estilo, la minuciosa descripción
de los sentimientos, la idealista exaltación de los personajes,
cierta dulzura femenina y recompuesta que se desenvuelve, sin
embargo, en medio de un ambiente caballeresco, tendencia feminista y
vaguedad lírica.
Se
trata de narraciones extraordinarias, pero sin monstruos ni ínsulas
fabulosas; pretenden ser relatos de ejemplares cortesanos y amadores,
no de esforzados héroes. El narrador es un yo ejemplar y retórico,
que cuando no es sujeto mismo de la acción, es un espectador
cualificado de la misma. Se desarrolla una historia de amor,
estirándola y apurándola góticamente hasta lo ejemplarmente
inimitable. El tipo de amor se ajusta a las convenciones del amor
cortés, y se nos propone una visión subjetiva e idealizada, que
ignora el mundo inmediato y en la que el amante ni espera ni recibe
recompensa, la dama no concede galardones, es inasequible, cruel.
Conocidas
novelas sentimentales son Cárcel de Amor y Tractado de
amores de Arnalte y Lucenda, de Diego de San Pedro, y Triunfo
de las donas y Siervo libre de amor, de Juan Rodríguez
del Padrón. A esta última obra pertenece el siguiente fragmento:
“[...]
y cuanto más mis serviçios le continuava, más contenta de
mí se mostrava, e a todas señales, mesuras y actos que pasavan en
el logar de la fabla, le mandava que me respondiese; e respondiendo
así me entendiese que su continençia yo la entendía demostrar yo
ser entendido; e a las vegadas entendedor de tales aferes que no
pareçían ser entendidos por palavra, mas sólo entender; e yo era a
la sazón quien de plazer entendía, de los amadores ser más alegre
y bien afortunado amador, y de los menores siervos de amar más
bien galardonado servidor. E sólo cuidado de no lo poder mostrar el
intrínseco fuego que ardía entre mí me contristava; ni fallava
quien a mi tristura remedio diese, ca no la osava descobrir a ninguna
persona vía ni fabla. De que por el tiempo andando entristeçía y
en el mayor solaz tristor prendía; e cuanto más favor sentía,
mayor dolor me quexava, por sentir lo que sentía e no lo poder
cumplir; e veyendo sin más lo dezir, que ninguno remediar me podía”.
3.
Los libros de caballerías.-
3.1.
Introducción.-
Los
libros de caballerías son el producto de la transformación de la
sociedad medieval. La nobleza feudal abandona el campo de batalla y
se hace cortesana, su rudeza militar se transforma en refinamiento:
se aficiona a la poesía1
y al ejercicio del valor personal en justas y torneos de más
espectacularidad que riesgo real. El caballero se mueve ahora por el
amor y el heroísmo individual, no es ya el héroe épico inflamado
por la pasión patriótica, referente de una colectividad, de un
sentimiento de pueblo, sino que estamos ante un héroe refinado y
galante, que vive aventuras increíbles impulsado por su fatuidad.
Los escenarios en los que acontecen los hechos no son territorios
reales, reconocibles, son lugares tan variados como imaginarios.
3.2.
Características.-
Los
libros de caballerías tienen por héroe a un caballero andante en
quien se encarnan a la vez el heroísmo y la fidelidad amorosa más
extremada, defensor de la justicia y de los oprimidos, que afronta
las más extraordinarias aventuras contra fantásticos personajes.
Este
caballero muestra un amor idealizado hacia una dama, asimismo ideal,
que polariza sus pensamientos y es parte fundamental del relato: a
ella le ofrece la gloria de sus hazañas y rinde el tributo del amor
más fiel. Este amor es el amor cortés, que no es otra cosa que una
paganización del ideal religioso de la Edad Media: la lucha por la
fe religiosa se cambia por la conquista del amor de la dama.
3.3.
El Amadís de Gaula.-
De
este libro se sabe, a través de los escritos de diferentes autores
del medievo, que existía antes de 1325, pero la redacción que
conocemos es la de Garci Rodríguez de Montalvo, de finales del
siglo XV.
El
libro es un tejido de las más variadas y maravillosas aventuras. El
relato comienza con el nacimiento de Amadís (hijo de los amores
clandestinos del rey Perión de Gaula con la princesa Elisena de
Inglaterra) que fue encerrado en una caja por su madre y arrojado a
un río (recuérdese la historia de Moisés). Sigue después la
crianza del héroe en casa del escudero Gandales de Escocia, el
idilio de sus tempranos amores con la princesa Oriana, hija del rey
Lisuarte de la Gran Bretaña, la ceremonia de armarse caballero, el
reconocimiento de sus padres, el encantamiento de Amadís en el
palacio de Arcalaus y la manera como fue desencantado por dos sabias
doncellas, el combate entre los dos hermanos, Amadís y Galaor, sin
conocerse, la prueba del Arco de los Leales Amadores, que sólo
podían pasar los amantes que habían guardado fidelidad absoluta,
la caballeresca penitencia que, con el nombre de Beltenebros, hace
Amadís en la Peña Pobre por haber sido rechazado por Oriana, el
combate y victoria de Amadís sobre el monstruo Endriago en la isla
del Diablo y el casamiento final del invencible caballero con
Oriana. Toda esta acción fundamental está además interrumpida por
numerosos episodios secundarios donde se cuentan peripecias de otros
personajes.
Los
lugares en los que se desarrolla la acción de la novela son de lo
más variado y recorren numerosos países de Europa, aunque estos no
son reconocibles por las descripciones sino por los nombres usados.
Los
personajes o son buenos o son malos, constituirían ejemplos
canónicos de los llamados “personajes planos”.
Además
del Amadís, citaremos aquí Tirant lo Blanc, escrito
por Joanot Martorell y publicado en Valencia en 1490. Éste y el
Amadís son los dos grandes libros de caballerías de la literatura
española.
Veamos
ahora un ejemplo del Amadís:
“El
caballero del castillo quebró su lanza y el otro le hirió tan
duramente que lo derribó en tierra y el caballo sobre él, y fue
para el otro que en la puente entraba y juntáronse ambos de los
cuerpos de los dos caballos que las lanzas fallecieron de los
encuentros y el de fuera encontró tan fuerte al del castillo que a
él y al caballo derribó en el agua y el caballero fue luego muerto
y él pasó la puente y fuese huyendo contra el castillo y los
villanos alzaron la puente y el que volvía a ellos vio venir contra
sí tres caballeros muy bien armados que le dijeron: “en mal punto
acá pasásteis, ca os convendrá morir en el agua como muere el que
vale más que vos”; y dejáronse todos tres a él correr e
hiriéronle tan bravamente que el caballo le hicieron ahinojar y
cerca estuvo de caer, y quebraron las lanzas y quedó de los dos
llagado, más él hirió a uno de ellos de manera que armadura que
trajese no le aprovechó, que la lanza entró por el un costado y
salió por el otro el hierro con un pedazo de la asta”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario